Amal

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Símbolo de Amal
Títulos: Señor de la Guerra, el Gran General, El Destructor
Símbolo: Martillo de guerra. Espadón sangriento (Ah'mid). Hacha de Batalla.
Influencia en: La guerra, la estrategia, la violencia.
Colores: Rojo, acero y arena.
Mes: Mes del saúco.

Amal, hijo de Trako, es el dios de la guerra, el conflicto y la destrucción. Después de que las razas mortales fueran creadas por Sirgga, Trako quiso corromper su obra airado por el rechazo de los enanos a ser sometidos por su voluntad y extendió el conflicto entre ellas. Al principio se manifestó como una fuerza destructora, pero a medida que las guerras se sucedían el dios empezó a aprender nuevas formas de llevar a cabo los conflictos. Amal aprecia la táctica y la estrategia, y las enseña a los mortales para disfrutar aun más de los conflictos dándoles mayor profundidad y sentido. Muchos simplemente ven a Amal como un dios ansioso de sangre y violencia sin sentido, pero el dios de la guerra es mucho más que eso, pues valora el sacrificio, la victoria y la gloria en batalla. No le importa la facción que venza, sino el desarrollo de la guerra en si.

Señor de la Guerra

Amal encarna la guerra y el conflicto en toda su extensión. Desde la cuita de dos amigos a las batallas masivas entre naciones, considera que toda diferencia debe resolverse con la imposición del más fuerte, o más hábil, cosa que le pone en sintonía con su padre Trako. Pero al contrario que el dios del fuego, Amal no busca imponer su voluntad a los demás, sino que disfruta de la guerra como la competición definitiva en la que no solamente se pone en juego la fuerza bruta, sino la inteligencia, el entrenamiento y la astucia. Amal también bendice las competiciones amistosas, como las justas o los torneos, siempre que los contendientes den lo máximo de si mismos.

El Gran General

Aunque nació como una fuerza de destrucción, Amal empezó a apreciar todo lo que rodea al conflicto. Bendice a los generales en la guerra sin importar su bando, pero también está cerca de los soldados que luchan en primera línea y los inspira para que realicen grandes gestas. El dios de la guerra enseña que cualquiera puede cambiar el rumbo de un conflicto, que desde el ataque más brutal al más quirúrgico son métodos válidos para alzarse con la victoria. A pesar de su perversa reputación acepta el fracaso cuando se ha debido a que el rival ha sido claramente mejor y el derrotado ha dado todo de si mismo, pero si Amal cree que el derrotado ha sido estúpido o por no haberse entregado debidamente a la batalla lo castiga sin piedad. Morir en batalla es un deber para todo guerrero, pero la supervivencia significa que el dios espera ver mucho más del guerrero en el futuro.

El Destructor

Amal nació sobre lo que un día sería el desierto de Ah'mid y allí alzó su bastión. Durante incontables eras alzó una fortaleza inmensa que agotó los recursos de la región hasta volverla un desierto estéril. La Ciudad Prohibida fue poblada de criaturas creadas para la guerra, almas de los más bravos guerreros mortales, demonios nacidos de su voluntad y los terribles sal'acs. Desde su bastión ha dirigido incontables invasiones por todo el mundo, aunque estas se han ido reduciendo a medida que los mortales que extendían por Mundo. En la actualidad el dios de la guerra ya no abandona su fortaleza y decenas de demonios a su servicio alzan huestes lazándose a la conquista para ganarse su favor.

Historia

El dios de la guerra es uno de los dioses que más ha influenciado en el avance de la historia de los mortales, pues incluso el propio concepto de guerra es el que se desata entre Eldor y Trako siendo él la representación del mismo. Al principio luchó con fervor por la causas de su padre, pero pronto prefirió decidir él mismo los campos de batalla. Aunque muchos creen que fue Trako quien corrompió a los orcos, fue Amal quien los convirtió en la belicosa raza que es actualmente y los mostró a su padre, que desde entonces han luchado por la causas del Mal.

Aunque Amal ha influenciado cientos de acontecimientos a lo largo de la historia, también ha intervenido directamente o, al menos, a través de sus subordinados. Desde sus dominios bajo las arenas del Ah'mid, incontables demonios y monstruos se han alzado en legiones que han atacado los reinos de los mortales. Las crónicas de los reinos del continente occidental están llenas de referencias e invasiones de los demonios del Ah'mid, y aunque se han tenido períodos de paz, la mayoría los han considerado la calma que precede a la tormenta.

Durante la Gran Guerra, Amal se alineó con su padre alimentando los fuegos de la guerra y lanzó enormes ofensivas sobre Eynea, Lenya y Kessara provocando una desolación como no se había visto en siglos. Durante la Cuarta Edad, Amal se ha mantenido como observador, aunque sus legiones han seguido acosando los reinos de los mortales, siendo la más notable la invasión de Karkazan el Arrasador durante el siglo VI.

Relaciones con otros dioses

Amal es una deidad tratada con reservas por la mayoría de los dioses, pero siendo la representación del conflicto su influencia es inevitable. Mantiene una relación más cercana a su padre Trako que la que tiene con su hermana Ruballa, la diosa de la muerte aprecia su labor que acaba por llevarle almas a su reino, pero las acciones del dios de la guerra no buscan satisfacer a ninguno de los dos. Aunque acude a la llamada del dios del fuego, hace tiempo que sus intereses dejaron de ser la eterna guerra que tiene con Eldor. Con el dios de la luz mantiene una relación que divierte a Amal, pues Eldor dice buscar la paz, pero lo hace mediante el conflicto, lo cual divierte enormemente al dios de la guerra. Otra cosa es el enfrentamiento que suele tener a menudo con Sarra y, especialmente, con Vryllia, ambas diosas lo ven como una enfermedad para la vida, pero la diosa de la naturaleza lo aborrece con especial énfasis por haber enseñado el arte de la guerra a las razas menores.

Tiene una rivalidad muy enconada con Sirgga, pero también una amistad peculiar, pues el dios de la civilización considera que Amal representa la destrucción de su creación, pero con el paso de las edades ha comprendido la necesidad del conflicto, que no siempre ha de ser bélico, para que las sociedades avances y evolucionen. Fue Sirgga quien mostró a Amal otros caminos para satisfacer su ansia de enfrentamiento y lo fatal que podía ser una guerra sin fin, le propuso una competición en varias pruebas para ver qué dios se imponía. Sirgga venció a su hermano entonces, pero esto no enojó a Amal, sino que le motivó. Es por eso que el dios de la guerra también favorece el esfuerzo, el entrenamiento y las competiciones.

Clero y rituales

No hay constancia sobre ninguna iglesia organizada dedicada al culto del dios de la guerra, pero existe una fuerte jerarquía entre sus sacerdotes basada en las batallas en las que han participado y los hombres que son capaces de dirigir. Los fieles de Amal ponen su don al servicio de la batalla sin importar el bando, e incluso en opuestos.

Sus clérigos están presentes casi todos los conflictos, ejércitos y en casi todos los bandos. No es extraño encontrarles arengando a las tropas antes de iniciar una batalla, levantando altares dedicados a Amal en cuarteles, armerías y escuelas militares. Incluso en los grandes enfrentamientos, se suele disponer en los campamentos de un pequeño lugar de culto al Señor de la Guerra. Los más fanáticos de entre sus fieles, buscaran el conflicto a cualquier precio, no contemplando otra vía para resolver una confrontación que la lucha y perdiendo en la batalla todo control sobre sus acciones, desatando a su paso una violencia sin límites y entrando en una vorágine de sangre y destrucción irrefrenables.

En tiempos de paz, los clérigos de Amal promueven torneos y justas, entrenan a las tropas y realizan juegos de guerra para mantenerse siempre alerta. Sus lugares de culto suelen ser bastante sobrios, y sus altares, en muchas ocasiones, armas de excelente calidad o que fueron propiedad de algún gran guerrero que la esgrimió en múltiples batallas. Estas armas-altar pueden acabar siendo usadas por los clérigos o guerreros designados alzando la moral de los aliados y reclamando la atención del propio Amal en la batalla.

Lugares sagrados

No hay lugar más sagrado, o más cercano, a Amal que el campo de batalla por lo que no existen grandes templos dedicados a él. Sus centros de culto suelen ser altares improvisados en los campamentos antes de la batalla o capillas en cuarteles. Claro que siempre hay excepciones.

  • Ciudad Prohibida de Ah'mid: Desde tiempos antiguos, la Ciudad Prohibida en el desierto de Ah'mid ha conjurado ejércitos de pesadilla en el continente occidental. Legiones de demonios y espíritus del fuego que sirven a Amal han emergido de esta ciudad oculta trayendo guerra y destrucción a todos los mortales.

Amal en Aldor

Alejados de la amenaza permanente que supone el Ah'mid en occidente, los aldorianos han aceptado con menores reservas el culto a Amal. Numerosas organizaciones mercenarias, caballeros andantes y guerreros maestros en armas tienen al dios de la guerra como referente y objeto de devoción cuando Eldor se le considera demasiado benévolo para lo que es la guerra en si.

Nombres en otras lenguas

  • Eyneo y lénico: Anmall (El Gran Destructor)
  • Ah'mid: Lurmaal (Rey Acero)
  • Norteño: Lann Khaeff (Destruyetribus)
  • Merón: Minnka (La Desgracia)
  • Leakhán: Frenn (Furia de Batalla)