Oóntur

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Selva de Oóntur
Ubicación: Continente occidental
Capital: Solamun (Oóntidas); Malaaryn (Elfos salvajes)
Población: Oóntidas (Humanos) y Elfos salvajes

Datos generales

Oóntur es una selva impenetrable e inmensa que crece más allá de los arrozales de Lenya occidental.

Casi nadie se ha adentrado demasiado en la selva, y poco es pues lo que se sabe de ella. Se dice que habitan multitud de extrañas criaturas, tanto en el húmedo suelo cubierto de hojas como en las altísimas copas de sus árboles.

Los cuentos hablan sobre los oóntidas, una extraña raza de hombres que habitan la zona sur de la selva. Reza la leyenda que, al parecer, pueden tomar forma de diferentes animales y pasar así desapercibidos. También hay historias sobre enormes plantas carnívoras, capaces de devorar a un desprevenido explorador; y sobre un pueblo de elfos que habita el interior, quizás parientes de los yag.

Descripción

Bosque de bambú en Oóntur

Oóntur es una inmensa selva tropical, un enorme laberinto verde, pues para el recién llegado todas sus zonas parecen idénticas.

Una cordillera la delimita al norte, en ella se encuentra la fuente de nacimiento del caudaloso río Oón, que da nombre a la selva y muere en una impresionante cascada que forma un lago central, conocido por su color como Lago Esmeralda. Hacia el sur, la selva termina en el Itsmo de Oóntur,que une el continente occidental al continente de Zantúrea.

Los animales mas abundantes son los makoís, unos pequeños monos de color amarillo y pardo, y las pequitías, unas cantarinas aves verdiblancas de pico grueso y gran belleza.

Los peligros más temidos son las abundantes serpientes gigantes, cocodrilos, arenas movedizas y la gran cantidad de especies de plantas carnívoras existentes, capaces incluso de engullir a un elfo despistado.

Habitantes

Variadas y extrañas criaturas conviven en Oóntur. Ésto, junto con los cientos de peligros característicos de una selva, hace que la supervivencia en esta región sea extraordinariamente difícil. Las razas inteligentes que habitan esta inhóspita zona parecen respetarse, e incluso tratan y comercian entre ellas, pero todo extranjero es mal recibido y considerado hostil.

Humanos

Los humanos de Oóntur, conocidos como oóntidas, son de piel oscura, aunque no tan negra como los bukaris; el tono tira más hacia el pardo. Poseen ojos redondos, normalmente oscuros y son de baja estatura comparada con otros humanos; cuellos anchos, cejas pobladas y manos grandes son rasgos típicos.

Al contrario de lo que se piensa no son una raza salvaje, tienen una jerarquía establecida, comercio, escuelas y templos.

Todos se concentran en una pequeña ciudad llamada Solamun, que en su lengua nativa significa ciudad sin sol, algo que en un principio era cierto. Ahora los solamíes han ido extendiendo su ciudad al este, hacia el lago Esmeralda, un autentico paraíso de colores y sensaciones. Consideran a este lago un lugar sagrado, e incluso utilizan sus aguas en numerosos rituales, pues dicen que Sarra bendijo sus aguas.

Lo más sorprendente es que algunos oóntidas tienen la capacidad de convertirse en diferentes animales, don que atribuyen al poder de las aguas de este lago. Los altos cargos de Solamun suelen dominar este poder, pues la gracia de Sarra ha caído sobre ellos.

Solo matan animales para comer y el respeto por la naturaleza es tal que dejaron de usar la madera en sus construcciones, actualmente la mayoría de los edificios públicos son de adobe y madera muerta, formando casas cónicas llamadas oríes. La mayor premisa de los humanos de Oóntur es el amor hacia la naturaleza y hacia sus orígenes, por lo que guardan un gran respeto a los ancianos de la ciudad.

Elfos

Espesura en la jungla oóntida

Los elfos de Oóntur son afamados arqueros. La mayoría viven junto a la costa al sur, donde han creado un pequeño paraíso natural llamado Malaaryn.

Viven de la pesca y de la gran cantidad de alimentos que les proporciona la selva. Mantienen una buena relación con los oóntidas, y comercian con ellos. Los menos se han decidido por una vida nómada, y viven disfrutando de la naturaleza y la soledad (dicen que por arrepentimiento). Estos elfos han perfeccionado el uso del arco, y fabrican todo tipo de flechas mágicas, capaces de silbar, alumbrar o prender fuego.

Los cazadores utilizan flautas de madera para imitar el sonido de los animales y se caracterizan por su gusto por los tatuajes y las pinturas. Su piel es más morena que la de los yag, debido al temido sol. Les encantan las joyas y usan argollas y anillos para decorar su cuerpo y sus peinados. Su pelo suele ser caoba, castaño o rojo.

Normalmente adoran a Vryllia. Les encantan los rituales, las danzas y fiestas, que organizan casi todas las noches.

Desde la Gran Guerra, se dice que la estirpe de las guerreras semielfas de la isla de Siak se unió con el pueblo élfico de Oóntur, formando ahora un único pueblo, al que llaman simplemente elfos salvajes.