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Los ancianos de las tribus saben cuando ha llegado su hora, muchas veces, se celebran ceremonias de despedida y el Ailuk se pierde en los hielos para siempre, aliviando la carga de la familia que lo acoge, pues es una boca menos que alimentar y alguien menos al que cuidar, partirán al sueño eterno acogidos por Gluk en el estomago de algún gran depredador. | Los ancianos de las tribus saben cuando ha llegado su hora, muchas veces, se celebran ceremonias de despedida y el Ailuk se pierde en los hielos para siempre, aliviando la carga de la familia que lo acoge, pues es una boca menos que alimentar y alguien menos al que cuidar, partirán al sueño eterno acogidos por Gluk en el estomago de algún gran depredador. | ||
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Revisión del 00:39 11 jun 2020
Datos generales
Las estepas de Ail son muy frías durante la mayor parte del año, aunque gozan de un corto verano, durante el cual la tundra se colorea con miles de flores y pequeñas bayas. En estos páramos remotos habitan los Ailuks, los hombres-mono.
Sus cuerpos humanoides están recubiertos de gruesos pelos que los protegen del frío, y sus hábiles manos escarban la tierra en busca de tubérculos, afilan lanzas y hachas y curten las pieles de sus presas.
Al noreste la tierra se alza, dando paso a las montañas de Levón, hogar de los enanos blancos, mientras que al noroeste la tierra es boscosa, donde se hayan las misteriosas ruinas de Padam.
Aunque los ailuk no poseen prácticamente cultura ni desarrollo, son fuertes y se coordinan bien para protegerse de los dragones de hielo que cazan en la estepa al atardecer.
Los sabios creen que estos dragones son los descendientes del gran Amornakay.
Descripción
La tierra de Ail, un gran páramo de nieve, ventiscas, soledad e innumerables enjambres de mosquitos que revolotean en una desesperada lucha de alimento durante los pocos días en que la temperatura permite respirar sin que se hielen los pulmones. Así lo vería cualquier foráneo que llegara y viviera un tiempo en las tierras que los Ailuk denominan hogar.
Los ailuk son una raza dura, fuerte, acostumbrada a las rudezas de la intemperie, a la lucha diaria por la supervivencia, y a seguir los mandatos de sus antepasados y ancianos, pues son los que conocen las rutas seguras para ellos, por donde hay caza o los pasos seguros, lejos de los terribles osos blancos y lo que es peor, las aisladas pero temibles guaridas de los dragones de hielo.
En tierras semejantes es difícil imaginar una ciudad propiamente dicha, incluso un poblado, pues los cultivos son casi inexistentes debido a la rigurosidad del clima y los rebaños no pueden ser domesticados, pues deben emigrar constantemente durante las estaciones para evitar morir congelados o simplemente de hambre. Ante estas imposibilidades los Ailuk son pues nómadas.
Las tribus poseen rutas definidas a través de los años de experiencia. Cada tribu conoce sus vastos territorios palmo a palmo; nunca verás un ailuk perdido, pues saben encontrar el camino por las diferentes tonalidades del manto de nieve que cubre sus tierras. Donde un extranjero vería un desierto de hielo ellos detectan las sendas secretas de la tundra, por su tonalidad y su etapa de la estación, por la temperatura e innumerables factores que alteran los hielos.
Las tribus se dividen en familias de unos veinte miembros cada una, un buen número para permitir la caza pero no para agotar el alimento. Todas sus costumbres están muy enraizadas, pues normalmente los veinte individuos son todos parientes. El líder es siempre un macho, normalmente el más fuerte y astuto de la familia. Sin embargo no suele ser el más sabio, pues ese papel lo desempeñan las hembras, las chamanes y curanderas de la familia. Su religión consiste en una primitiva adoración a una imagen de Vryllia, a quien llaman Glukt. Se suele representar en una talla de madera o marfil como una hembra encinta que aguanta un arpón en la mano derecha y con la izquierda se sujeta el ombligo; una representación excelente de los dos principios de los ailuk, alimento y reproducción.
Las familias se reúnen cada estación formando lo que es la tribu en sí. A veces se agrupan cientos de individuos, cuando el año ha sido bueno y las familias han crecido. En la reunión anual las chamanes deciden qué hembras y cachorros cambian de familia, evitando así la endogamia. En estas reuniones también se tantean los líderes de cada familia hasta que uno decide retar al líder de toda la tribu. Uno de los dos siempre morirá en el combate, por lo que estos enfrentamientos son muy poco frecuentes, pues los ailuk estiman la vida, aunque una vez en el fragor del combate esa prudencia desaparece.
Cada cuatro estaciones se celebra una gran reunión de las tribus ailuk en el valle sagrado, que los extranjeros llamaron simplemente Ailuki. Este es uno de los pocos valles fértiles en Ail. En él vive una pequeña población permanente de unos pocos individuos que se alimentan de la pesca y de setas cultivadas en una antigua gruta de un dragón. El cráneo del dragón adorna el porticón de la empalizada que protege la entrada al poblado. En esta reunión las tribus aportan todo el alimento posible, pues se llegan a juntar miles de individuos. En medio de este caos absoluto se encuentra un sistema de estamentos y una jerarquía muy fuerte y definida. Una vez más, donde el extranjero vería una congregación de hombres-simio luchando entre sí en una vorágine de violencia, un ailuk observa los combates rituales que escenifican grandes cazas y gestas de las tribus, familias, etc. Toda su cultura es oral y existen pocos trazos de pinturas.
En la gran reunión se decide la política de toda la nación ailuk, y sus líderes son escogidos de entre todos los machos dominantes de las tribus. Allí las chamanes consultan a los ancestros y mediante rituales eligen a la Gran Madre, que se mantendrá cerca del líder de toda la nación aconsejándole y dándole progenie.
Tribus Ailuk
La tribu del Anatos
Esta tribu ocupa todo el litoral oriental de Ail, su territorio abarca casi toda la costa noreste y se han especializado en la pesca del Anatos (especie de Beluga, mamífero con cuerno de marfil) del cual aprovechan cada centímetro de su piel, carne, etc. También son estupendos cazadores de toda clase de mamíferos acuáticos lo que les proporciona gran cantidad de recursos energéticos y su tecnología, rudimentaria, se ha basado en la mejora de pequeñas embarcaciones estables, individuales y costeras. Conocen todos los trucos para curtir y reaprovechar a sus presas. Son la única tribu, además, que conoce las técnicas de la pesca, sus años de evolución les ha permitido encontrar y mejorar un sistema de crear redes a través de tejer uno a uno los tendones de sus presas, cabe decir que estas redes son mimadas y tratadas con grasas para su protección.
El origen de esta tribu se remonta a miles de años atrás, sus leyendas cuentan que Gluk se le apareció a un Ail hambriento que había sido mandado por el Líder de su tribu a buscar nuevos rebaños para alimentar a su tribu famélica, vagaba por la costa viendo colonias enteras de Anatos pero carecía del conocimiento para capturarlos. Gluk enseñó a su hijo la técnica de la caza y la pesca, este Ail regresó a su tribu sano y fuerte, retó al líder y lo venció. Luego dirigió a la tribu hasta la costa donde enseñó a los demás a cazar y pescar asegurando su continuidad.
Desde entonces son los amos y señores de las costas Ails y sus territorios abarcan la mayoría del litoral de la planicie helada.
La tribu del Glôtek
Fuertes y temibles son los Ailuks de esta tribu, los mas guerreros de todos habitan el territorio Este de Ail, alejados del litoral, esta tribu se ha especializado en la caza de osos y grandes mamíferos de la meseta helada. Su instinto de supervivencia les ha llevado a mejorar sus técnicas de caza y rastreo, conocen a sus presas como a ellos mismos, al igual que las respetan y las temen, las cazan y las adoran. Sus miembros poseen técnicas infalibles y logradas a través del tiempo para sobrevivir en mesetas heladas barridas por vientos de hielo cortante mientras rastrean rebaños de Rûkls (enormes búfalos rumiantes que habitan en las caras sur de las montañas aprovechando los pastos que allí crecen resguardados del viento). Gluk vuelve a estar presente en su historia de creación.
Antes de que el tiempo fuera día y noche, solo las estrellas iluminaban las planicies blancas y el resplandor plateado de estas, convertía los paisajes en la visión favorita de Gluk, la cual, vagaba caminando durante largas estaciones, su tierra preferida era esta y quiso habitarla…creó a los animales que allí vagarían, conejos blancos, zorros astutos, herbívoros que moldearían las zonas sin nieve y por último el gran depredador el Oso Blanco (Glôtek). Orgullosa de su creación se sentó durante años en la cima de la montaña mas alta, GlukShinee (morada de la diosa) observando su obra. Un día vio una partida de sus hijos Ailuks explorando, sonriente y sorprendida vio como estos espiaban a los Glôtek cazando a sus presas, se transformó en un enorme oso blanco y se encaró hacia los Ailuks, estos al verla se arrodillaron y ofrecieron sus cuellos en señal de respeto. Gluk contenta de que sus hijos respetaran su obra y a ella misma les enseñó las técnicas de caza que actualmente ayudan a sobrevivir a la tribu.
La tribu del Pájaro Negro
La tribu más nómada de todas, capaz de recorrer de Norte a Sur y de Este a Oeste todas las planicies heladas, se guían por sendas milenarias recogiendo frutos y cazando, su tecnología se ha especializado en vagar por los desiertos helados, de un día para otro una tribu de decenas de miembros pueden haber recorrido largas distancias y crear un pueblo de la nada. Sus ancianas chamanes conocen los caminos que una vez el Pájaro Negro recorrió junto a una gran Druida y Clériga de Vryllia llamada Rhên. Esta tribu mantiene el mandato de líder macho y chaman hembra a rajatabla, nunca se ha dado el caso contrario y tienen el honor de ser los únicos que pueden visitar los lugares Tabú para verificar que siguen intactos. Sus miembros son los más curiosos de todos y pueden pasar el día examinando un objeto que nunca antes hubieran visto.
Dicen que hace tiempo en los albores del mundo Gluk, aburrida, decidió crear la planicie de Ail y a sus hijos los Ailuks, como dura madre y fiel a sus ideas, dejó que estos se espabilaran y observó si su creación era digna de seguir viviendo. Después de una edad entera La Gran Madre volvió entre sus hijos y nadie la recordaba, montó en cólera dispuesta a matarlos a todos, cuando se disponía a bajar la mano y eliminar a su creación, la voz de una joven hembra la detuvo, había pronunciado su nombre y protegía a su cachorro. La Diosa la observó y un sentimiento de piedad se apoderó de ella, unos machos se arremolinaron a su alrededor dispuestos a sacrificarse por la joven hembra, Gluk premió a los valientes y durante cientos de años acompañó a estos en forma de Pájaro Negro enseñándoles su creación y sus secretos, pero no se los explicó eso se lo reservó. Ahora la tribu recorre las antiguas sendas asegurándose que todo esta en orden y leyendo los mensajes que la Gran Madre les deja en los caminos.
La Cabeza del Dragón
El Oeste de la planicie esta habitada por los Ails más místicos, sus Chamanes hembras son las más sabias de toda la nación y las demás tribus las consultan en el periodo del La Gran Reunión o Glukbhii (reunión de la Gran Madre). Estos ailuks son los más sedentarios de todos, las familias de las tribus mantienen asentamientos regulares de verano y en invierno, cazan y recolectan en tierras mucho más fértiles que las de las demás tribus y disponen de mucho más tiempo para desarrollarse. Una vez más la evolución ha distinguido los rasgos tribales y encontramos una floreciente, aunque rudimentaria, arquitectura permanente en forma de altares a Gluk. Son los ails mas “civilizados” y con quien existe un pequeño contacto con los enanos blancos de Levon. Han erigido unas construcciones someras pero permanentes y han bautizado a este grupo de cubiles como Gluknûm (hogar de la Gran Madre).
Su origen es una escisión del Pájaro Negro, mucho hablan las chamanes de la creación de la tribu pues todas desean un final así… Hace dos mil años una chamán llamada Ârth escuchó las palabras de Gluk a través de los huesos de un ritual, supo que un enorme dragón se aproximaba a estas tierras y que los Ailuks corrían peligro, no existía mejor cazador que el dragón y ningún macho le podría hacer frente. La Gran Madre también le dio la visión de un lugar sagrado donde existe una parte de la esencia de ella misma, dejada durante la creación de Ail.
Ârth escuchó a la Diosa y reunió a los mejores guerreros Ailuks de la tribu, después de una gran reunión de todas las familias emprendió la marcha con un puñado de los mejores machos. Recorrió enormes distancias y afrontó innumerables peligros, hasta que Ârth y un macho llamado Börorth llegaron a una cueva en el centro de la montaña mas alta de la meseta, la Morada de la Diosa. Allí en el centro vieron a un enorme Glôtek protegiendo la esencia de Gluk, tuvieron que derribarlo y matarlo después de una encarnizada lucha, Börorth murió salvando la vida de Ârth. La chamán recogió la esencia, en forma de líquido, de Vryllia subió a lo más alto de la cima del GlukShinee y se lo bebió. Amornakay acababa de llegar a tierras Ail y cazaba sin piedad a los indefensos ailuks, cuado una gran esencia captó su atención y voló presto hacia ella, cuando vio a Ârth en la cima de la montaña la cazó y la devoró, la esencia de Vryllia entró en su interior e hizo que el dragón gigante entrara en la cueva, allí se enroscó e hiberna en un largo y eterno letargo.
Se honró a los parientes de los héroes dejando que ellos mismos crearan una nueva tribu manteniendo viva la leyenda y el conocimiento de los rituales que una vez enseñó Gluk a esta Chaman.
Las hembras Ailuks son casi un tema aparte, están en todas las tribus pues es el mandato de la Gran Madre acompañar a los machos en todas las etapas de su vida, asesoraran a los lideres de tribu y darán progenie. El número de hembras por macho es muy poco una proporción de diez machos por hembra, así que estas son muy cuidadas y respetadas.
Los ancianos de las tribus saben cuando ha llegado su hora, muchas veces, se celebran ceremonias de despedida y el Ailuk se pierde en los hielos para siempre, aliviando la carga de la familia que lo acoge, pues es una boca menos que alimentar y alguien menos al que cuidar, partirán al sueño eterno acogidos por Gluk en el estomago de algún gran depredador.