Madraides
Pendiente de actualización
| Ubicación: | Tierras aldorianas |
| Mar: | Mar de Eynea |
La península de Madraides era un espigón rocoso en la costa occidental del Reino de Aldor, entre la bahía de Angor y el estuario del Lames. Tras la destrucción del Foro de Synesia y las convulsiones acontecidas al final de la Gran Guerra, el istmo que la unía al continente quedó destruido, por lo que terminó separándose de la costa y convirtiéndose en la escarpada isla que conocemos en la Cuarta Edad.
Historia de la Península de Madraides
Desde siempre fue lugar de retiro para sabios ermitaños y buscadores de conocimiento, pues tras la llegada de Aldor I desde Eynea se fundó una comunidad volcada en el arte y las ciencias, refugio de estudiosos y eruditos.
Tras las guerras que involucraron al reino en los conflictos de Veolia y Halayad, la comunidad fue abandonada y el destino final del Camino del Sur pasó a ser Litiak.
En la Tercera Edad se reconstruyeron las edificaciones originales y se restauraron sus estancias, ya que la península pasó a albergar a la Hermandad de Synesia.
La península de Madraides pertenecía al ducado de Litiak, aunque Synesia respondía directamente al Rey, y el portavoz de la Hermandad era miembro del Consejo Real.
La Isla de Madraides tras la Gran Guerra
Se desconoce la cadena de acontecimientos exacta que terminó por separar Madraides del continente. Las historias que circulan al respecto hablan de magia y de rituales fallidos que se llevaron a cabo en Synesia para proteger al reino durante la Gran Guerra. Sea como fuere, los estudiosos han podido constatar, por medio de comparaciones cartográficas, la existencia de otras alteraciones en la geografía de Mundo acontecidas en torno a la fecha del Advenimiento de la Niebla.
En los inicios de la Cuarta Edad la Isla de Madraides se había convertido en refugio de contrabandistas y piratas, aunque no tardó en iniciarse una limpieza de la zona por parte del ejército aldoriano. Dado el aumento de población de la ciudad y ante el temor de posibles revueltas y disidencias, se decidió utilizar los restos del Foro de Synesia como presidio, pudiendo así mantener bajo control a bandidos y maleantes.
Las antiguas dependencias de Synesia han servido desde entonces como prisión, cotolengo y leprosería. El antiguo esplendor que antes atrajo a sabios y eruditos, fue durante siglos contemplado únicamente por marinos que faenaban en las aguas cercanas.