Zoroamatael

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El demonio cambiante, el corcel de Trako

Han existido muchos servidores de las tinieblas en este mundo, pero quizá nunca hubo uno que jugara tanto en el desdibujado límite entre la irreverencia contra el propio Caudillo Ígneo y el Mal absoluto encarnado en un único ser como Zoroamatael, el Demonio Cambiante.

Nadie sabe con certeza cuál era su verdadera forma, pues de entre sus muchas capacidades Zoroamatael era capaz de adquirir cualquier forma tan perfectamente que hasta engañaba a los propios dioses si se lo proponía, aunque se cuenta que su forma auténtica es la de un caballo con crin de fuego, ojos rojos como el infierno y aliento helado. Este estado de casi perfecto mimetismo le ganó el rencor de infinidad de criaturas y divinidades, pero su intuición y rapidez de reacción le permitió huir de múltiples situaciones en las que podrían haberlo destruido. Tan amante de los juegos y los acertijos era que incluso llegó a ser confundido por una de las manifestaciones del propio Pamis, hecho que al dios del ocio nunca llegó a gustarle.

Pero de igual modo que Zoroamatael tenía una cara amable, el demonio era terrible en la lucha. Parecía que en combate se transformaba en una bestia de destrucción tan descontrolada que sus enemigos huían despavoridos antes siquiera de encararse con él. Tomando la imagen de aquello que más aterraba a su contrincante Zoroamatael ganó en muchas ocasiones contra rivales menores y paladines ansiosos de gloria por darle muerte, pero incluso en los momentos más desesperados el escurridizo demonio jamás fue vencido.

Llegó tan lejos en sus tretas que alcanzó a enojar al propio Trako, que lo sometió completamente a su voluntad. Desde entonces para recordarle quién era y cuál era su posición, sometida a él, lo convirtió en su montura. Zoroamatael, aunque se sintió humillado por ese trato, no tuvo que soportarlo en demasía, pues cuando Trako fue sellado en el Olvido el demonio fue libre una vez más, aun así sujeto a la férrea voluntad de su amo.

Cuando Trako creó a los tres primeros cali'nurak y estos le dieron la espalda, el Caudillo Ígneo envió a Zoroamatael a destruir a las nuevas creaciones de su amo, pero contra todo pronóstico el Demonio Cambiante fue derrotado, aunque no destruido. Su espíritu fue sellado en una recóndita tumba hoy ya olvidada. En el folklore espúreo, Zoroamatael es el Némesis de su raza, la bestia destructora que traerá con ella, a su regreso, el Fin del Mundo. Para el resto de Mundo es un poderoso demonio impredecible, un enemigo a temer.