Diferencia entre revisiones de «Batalla de Nueva Angor»

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Fue la última batalla importante de la Gran Guerra, y firmó el fin de la Tercera Edad. El ejercito de Udukan atacó la ciudad de manera devastadora, dirigidos por el sayuuk de Trako, Makaan.
Fue la última batalla importante de la Gran Guerra, y firmó el fin de la Tercera Edad. El ejercito de Udukan atacó la ciudad de manera devastadora, dirigidos por el sayuuk de Trako, Makaan.
Fueron repelidos al morir el sayuuk a manos de Sir Renne Lechateau, Gran Maestre de los Heraldos del Amanecer. La batalla tubo consecuencias a nivel mundial.
Fueron repelidos al morir el sayuuk a manos de Sir Renne Lechateau, Gran Maestre de los Heraldos del Amanecer. La batalla tuvo consecuencias que repercutieron más allá de las fronteras de Aldor.


==Breve resumen de la Gran Guerra==
==Breve resumen de la Gran Guerra==

Revisión del 00:29 16 abr 2011

La batalla de Nueva Angor forma parte de la Gran Guerra y no debe confundirse con la batalla de Angor durante la Guerra Espúrea.

Fue la última batalla importante de la Gran Guerra, y firmó el fin de la Tercera Edad. El ejercito de Udukan atacó la ciudad de manera devastadora, dirigidos por el sayuuk de Trako, Makaan. Fueron repelidos al morir el sayuuk a manos de Sir Renne Lechateau, Gran Maestre de los Heraldos del Amanecer. La batalla tuvo consecuencias que repercutieron más allá de las fronteras de Aldor.

Breve resumen de la Gran Guerra

La capital de Aldor, Ymber, había sido destruida hacía pocos años por un demonio que logró hundir la ciudad poco a poco en el mar. Norf estaba invadida por muertos vivientes del ejercido del malvado kraal Daegan Daegon. Un portal fue abierto desde el desierto de Ah'mid hasta el desierto de Halayad, por donde los demonios de Amal cruzaron en estampida para unirse a las fuerzas de Udukan. Los orcos bajaron por el Paso de los Dragones y conquistaron Zant. Pese a que la ciudad fronteriza fue reconquistada brevemente, las fuerzas de Udukan finalmente superaron a las aldorianas gracias a la Corona del Conquistador, un poderoso objeto magico creado por Daegan Daegon y entregado al sayuuk Makaan, que devolvía en forma de muertos vivientes a todos los que caían durante la guerra. Mientras tanto, la ciudad maldita de Uduk disputó su propio duelo contra el nigromante Daegan. Entre sus colaboraciones en favor de Aldor destaca un combate en Zant, donde los muertos vivientes, controlados por Jäix, el Dracoliche de Uduk, se revelaron momentaneamente contra los orcos, provocando cientos de bajas. El Archimago Valraen, con la ayuda de la Orden Arcana, realizó una proeza de la evocación para hacer estallar Zant con cientos de orcos dentro, pero sus espíritus volvieron al servicio de Uduakan, reduciendo en parte la efectividad del ataque. Bassara, el centro neurálgico de Aldor, fue la siguiente ciudad en caer gracias a que los demonios de Ah'mid acudieron en apoyo de las mermadas fuerzas orcas. Markus el sabio murió durante la batalla mientras defendía la ciudad desde su Torre. Los supervivientes se replegaron a Nueva Angor. El Condado de Ruger pactó con Uduakan, cediendo su libertad a cambio de clemencia. Se dice que fueron condenados a una vida de prácticamente esclavitud sirviendo a los orcos. La parte del ejercito de Udukan que estaba conquistando Veolia atacó Yagerth. El bosque fue reducido a cenizas casi por completo, no solo por los orcos y demonios, sino por los propios elfos. Yagnah desató la antigua magia para la batalla, condenando al bosque con la esperanza de verlo renacer algún día. Los orcos supervivientes nunca más se acercaron a Yagnah.

Preambulo de la batalla final

Las fuerzas aldorianas eran muy reducidas. La mayor parte pertenecientes al ejercito occidental, que había tardado más en ir a la guerra debido a la rebelión de Litiak. Sin embargo, la mayor parte de los civiles eran refugiados huidos del resto de Aldor. La capacidad defensiva era reducida, y Litiak estaba en una posición poco defendible, así que la ciudad fue abandonada y todos se refugiaron en Nueva Angor. Con la ciudad tan superpoblada, surgieron ampliaciones y reestructuraciones en la urbe. El cementerio fue trasladado, y se desconoce donde fue a parar la vampiresa Necress. Las murallas trataron de ampliarse y mejorarse antes de la última batalla. Los barcos partieron llenos de refugiados hacia las Islas de Leit, un archipiélago descubierto muy recientemente. Idaho Nereish, primer alcalde de Nueva Angor, fue el encargado de controlar burocraticamente toda la población posible. El Archimago Valraen hizo construir la Torre Glenn. Se utilizaron rocas del palacio de Litiak, y casi una tonelada de plata. La mano de obra extra dada la gran cantidad de gente sin ocupación, así como el uso de magia, ayudaron a construirla en tiempo record. Daegan Daegon se presentó a las puertas de la ciudad, dispuesto a ser él quien la destruyese. El nigromante se enfrentó a los tres Archimagos que quedaban en Aldor. Las tres caras del destino representadas por la legalidad de Schalabuffo de Txalaxa, la neutralidad de Valraen Glenn, y el caos de Nüin Ha-li, muerto viviente y Señor de Uduk. Cada uno se esforzó al máximo y uniendo sus fuerzas, antaño rivales, vencieron al kraal.

La batalla de Nueva Angor

El ejercito uduki barrió Litiak en menos de dos horas, a pesar de que la ciudad había sido preparada con trampas y barricadas para defender la posición con mínimo de bajas humanas. Las puertas de Nueva Angor se cerraron y reforzaron. Las calles se vaciaron de civiles, que se escondieron en túneles subterráneos y casas bien reforzadas. Los magos y hechiceros cedieron su poder al Archimago Valraen en un ritual magico en el último piso de la Torre Glenn, en la cúpula preparadas a tal efecto. La Torre se convirtió en un arma clave durante la batalla, destruyendo las armas de asedio enemigas, así como los demonios del cielo y los chamanes de la retaguardia. No solo aldorianos lucharon por defender la ciudad. Tambien enanos, veolianos, yags, e incluso algunos contios. Todos los que habían huido de Udukan durante la guerra lucharon por ver sobrevivir Nueva Angor. Trako había preparado aquella guerra largamente. El enemigo no solo era numeroso, tambien era muy fuerte. El mismísimo semidios Akhatos luchaba como uno de los generales de Makaan. Pero hubo una cosa que no habían previsto. Una fuerza divina no contemplada. Un Nombre que había sido entregado a Renne Lechateau. Una palabra de creación y destrucción, una porción de la misma esencia de los dioses. Usada en el momento oportuno, destruyó a Makaan y al propio Lechateau. Y en ese momento, cuando el tiempo se detuvo en la muerte del sayuuk, el ejercito de Udukan pasó a ser posesión de Akhatos. Éste, gran demonio y semidios, sonrió, y se fue. Demonios y orcos huyeron de Nueva Angor libres del mando de sus señores.

Consecuencias

Nueva Angor sobrevivió, pero no sin de problemas. Harían falta muchos años para que la ciudad se recuperase y tomase forma. El resto del reino, había caído. Aunque la guerra hubiese finalizado y Akhatos no fuese a continuarla, los orcos se quedaron. Esparcidos en tribus y liderados por cabecillas, viven desde entonces por todo Aldor. Los demonios que quedaron con vida después de la guerra se ocultaron, y cada uno fue tejiendo sus propias ambiciones. Se dice que Neh'kor, que mató a Markus en Bassara, permanece en esta ciudad al mando de otros demonios. Debido a la superpoblación de Nueva Angor, muchos fueron repudiados. Tassianos, veolianos, lombog e incluso aldorianos, tuvieron que forjar su propio y difícil camino fuera de la ciudad, conviertiendose en los actuales norteños.

Pero lo más importante. Aquello que definitivamente indujo a contar los años desde ese día. A dar comienzo a la Cuarta Edad. Fue que la magia, desde que Renné utilizase el último Nombre, desapareció. Los objetos mágicos dejaron de serlo. Los magos dejaron de hacer magia. Muchos hechiceros murieron de depresión, locura o tristeza. Los clérigos, druidas, chamanes y demás gente que utilizaba poderes por medio de magia indirecta (Dioses, naturaleza, espíritus), tardaron unos meses en ver como sus poderes y vínculos con los entes superiores se perdían tambien.