Sirgga
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El Sol Alado Naciente | |
Simbología | |
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Otros nombres | El Hacedor, El Padre Oculto, El Guardián de la Civilización |
Representación | Un hombre maduro, con rostro sereno, toga y martillo ceremonial. A veces junto a un dragón |
Simboliza | Civilización |
Colores | Blanco, negro y dorado |
Armas | Martillo ligero |
Árbol | Abeto, olivo |
Mes | junio, mes de los nacimientos |
Influencia y valores | |
Defiende | La civilización, las leyes y el bien |
Combate | La barbarie, el salvajismo y el caos |
Alineamientos permitidos | Los alineamientos de los fieles de Sirgga son:
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Bendice a | Arquitectos, gobernantes, albañiles, códices de leyes |
Culto | |
Lugares sagrados | Grandes ciudades, Gran Templo de Talía en Eynea, Templo de Sirgga en Erión |
Iglesia | Muy estructurada. Compuesta por:
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Festividad | Liturgias durante su mes dedicado. Fundaciones de templos, asentamientos, agrupaciones e instituciones y el registro de nuevas uniones y nacimientos |
Dogma | |
"La civilización es el único camino hacia la armonía y el verdadero progreso. Mantén el orden, imparte justicia y busca el bien común. Rechaza toda forma de caos, barbarie y salvajismo, pues niegan la unidad entre los pueblos y el fruto del esfuerzo compartido. Donde hay civilización, hay esperanza; donde hay ley, hay progreso" |
Según el Mito de la Creación, Sirgga es hijo de Sarra y Eldor. Se le considera el padre de las grandes razas mortales, los seres pensantes que se alzan sobre el resto de animales y bestias que habitan Mundo. Algunas leyendas cuentan que Sirgga nació cuando los primeros mortales cobraron consciencia; otras que aprendió los secretos de la creación de Svrashaa, el primer dragón, y los usó para dar vida a criaturas distintas a los animales de Vryllia.
Sirgga creó las cuatro razas primigenias como ofrenda a cada uno de los dioses mayores: los elfos para Eldor, los lomb para Sarra, los enanos para Trako y los leitnas para Leit. A partir de estas primeras razas surgieron muchas otras, y la obra de Sirgga cambió Mundo para siempre.
Ámbitos de influencia
Sirgga es un dios del bien. A lo largo de las edades, los pueblos de Mundo lo han invocado con distintos nombres y lo han venerado bajo múltiples aspectos. Aunque sus ritos y representaciones varían según el lugar, en todos lados es reconocido como una deidad civilizadora y su culto prospera en los núcleos urbanos.
El Hacedor
Cuentan las leyendas, que Sirgga nació del amor verdadero entre Eldor y Sarra, pero a diferencia de otros dioses, no vino a Mundo con un propósito definido. Vagó errante, buscando un sentido a su existencia, y en sus viajes encontró a Svrashaa, el padre de los dragones, que lo tomó como discípulo y le enseñó secretos que los otros dioses menores desconocían, como el poder de infundir consciencia. Y con este don, Sirgga moldeó a las razas primigenias, pero también nacieron de su voluntad dos dioses gemelos, Pamis y su hermana Dloose, a quienes confió la tarea de otorgar libre albedrío e inspiración a los mortales.
Sirgga se convirtió así en un dios creador y protector de los nacimientos, no en el sentido de fertilidad o el parto, sino como dios de las fundaciones en sentido amplio: el nacimiento de un nuevo ciudadano, la fundación de una aldea, el juramento de un gobernante y cualquier compromiso que sirva como cimiento a las comunidades. También se le considera dios del amor y el matrimonio, no solo por su origen, sino porque valora los lazos que unen a los mortales. El amor duradero funda hogares y perpetúa linajes, es un símbolo de deber, continuidad y renovación.
El Padre Oculto
Sirgga encontró su propósito y, aunque procura no intervenir directamente en los asuntos mortales, siempre se ha preocupado por su bienestar y les ha enseñado los secretos que sostienen la civilización, haciéndo sus vidas mas llevaderas. Amó a todas sus criaturas, pero mostró especial predilección por los humanos, descendientes de los lomb, que creó como regalo a su madre Sarra. Fascinado por su fragilidad y su potencial, los acompañó con especial cuidado en su crecimiento y aprendizaje, viendo en ellos el reflejo de su propia búsqueda de propósito y conocimiento.
El Guardián de la Civilización
Aunque Sirgga es adorado por muchas razas y las aprecia a todas por igual, la tutela que ha ejercido sobre los humanos ha hecho que se le considere como un dios propio de estas civilizaciones. El dios no ha olvidado a los demás, pero el éxito de los humanos al extenderse más que otras razas y fundar civilizaciones prósperas hasta en los lugares más recónditos de Mundo hace que se sienta especialmente orgulloso de ellos. Efímeros y frágiles, se levantan una y otra vez, alzan nuevas ciudades, reconstruyen murallas, y crean usos y costumbres, sabiendo que quizá no serán ellos quienes vean el fruto de tanto esfuerzo.
Por eso Sirgga les dio las leyes, las formas de gobierno y las estructuras que permiten la convivencia frente al caos. La barbarie y el desorden deben ser contenidas mediante la persuasión, el ejemplo, la palabra y la razón; y solo cuando todo ello falla, mediante la imposición del orden legítimo, si es preciso con las armas.
El culto a Sirgga
La presencia de Sirgga en la historia de los mortales ha sido constante, aunque rara vez intervenga de forma directa. A través de la inspiración y el ingenio de los corazones y mentes mortales, ha influido en el devenir de las edades y los acontecimientos posiblemente más que ningún otro dios, pero sin imponer su voluntad. Tras crear a las primeras razas, el dios de la civilización prefirió observar cómo cada una se desarrollara por sí misma, limitándose a actuar solo en los momentos más críticos.
Sirgga ha sido especialmente venerado por las grandes civilizaciones humanas, y su fe fue dominante en el antiguo imperio belenio. Tras la fragmentación del Imperio, eyneos y lénicos mantuvieron el culto a Sirgga como deidad principal, y así ha sido a lo largo de los tiempos. Desde allí, su doctrina se extendió a otros territorios, aunque como Guardián de la Civilización, siempre ha estado ligado a espacios urbanos y reinos estables. Los reinos más jóvenes, sobre todo en tiempos de conflicto, siempre tendieron a buscar respuestas en dioses más absolutos como Eldor o Trako, cuyos caminos en la luz y la oscuridad son más evidentes.
Aun así, el nombre de Sirgga rara vez falta en los momentos solemnes. Es a él a quien se invoca en la fundación de una ciudad, en la redacción de un código de leyes, en la firma de un tratado o la proclamación de gobernantes. Su voz no siempre ha sido la más clamorosa, pero ha acompañado a los pueblos allá donde aspiraban a construir algo llamado a perdurar.
Sirgga en Aldor
El culto a Sirgga empezó a hacerse más popular en el reino de Aldor a principios de la Cuarta Edad, después de la Gran Guerra. La destrucción y el caos que trajo el conflicto, y sus terribles consecuencias, hicieron que muchos fieles buscaran en la figura del dios de la civilización un modelo de orden, justicia y esperanza, apartado de los rígidos dogmas de Eldor y el culto a otros dioses mayores. Los clérigos de Sirgga impulsaron enormemente su culto en la ciudad de Nueva Angor, convertida en la única gran urbe que resistía frente a la devastación llegada desde Udukán.
Con el tiempo, el clero aldoriano creó la Orden del Sol Alado con el objetivo de iniciar la reconstrucción del reino y proteger a sus habitantes más allá de los muros de la ciudad. Su labor ayudó a extender aún más la fe en Sirgga, acompañando a los clérigos del Hacedor en la reconstrucción de aldeas y la recuperación de viejos caminos. El culto se extendió con rapidez, ganando terreno a otras doctrinas, aunque conviviendo con los sencillos cultos tradicionales a Vryllia, vinculados a la cosecha, el ganado y los ciclos naturales.
En la actualidad, Sirgga es el dios con más seguidores en las tierras aldorianas. El templo de Erión es el más grande de los dedicados al padre de la civilización en el continente Oriental, y su influencia se ha visto fortalecida por el apoyo de la casa Slotter, que promueve su culto como símbolo de unidad y reconstrucción, impulsando mejoras en la red de postas y caminos, construyendo puentes, y consolidando el control sobre villas y aldeas, restaurando poco a poco el orden perdido.
Lugares sagrados
Los lugares sagrados de Sirgga son, en general, construcciones hechas por los mortales. Allí donde la civilización florezca, la presencia del dios se irá fortaleciendo.
- Gran Templo de Talía: es el templo más grande dedicado a Sirgga. Se encuentra en Talía, capital del reino humano de Eynea. En él reside el Sumo Luminar, líder supremo de la Iglesia de Sirgga, encargado de guiar y representar a todos los seguidores del dios. Su palabra se considera la voluntad de Sirgga y se le considera uno de los grandes sabios entre los mortales.
- Templo de Sirgga en Erión: es el mayor de los templos de esta deidad en tierras aldorianas y en todo el continente Oriental. En él reside el Luminar Mayor, sumo sacerdote de Sirgga en este lado de Mundo. Extiende su tutela a todos los territorios civilizados del antiguo reino de Aldor, así como a los reinos humanos colindantes.
Relaciones con otros dioses
Sirgga es una deidad amistosa, siempre trata de buscar el lado positivo de las cosas, pero no es tan idealista como lo es Jaqoh. Es cercano a su padre, Eldor, aunque a veces tiene desencuentros con él y no comparte su dedicación a la eliminación del Mal. Sirgga cree que los mortales deben ser libres para poder elegir, que deben ser sus leyes las que adjudiquen el premio o el castigo, y no la voluntad de los dioses. A pesar de ello, se opone a Trako cuando sus maquinaciones amenazan a los mortales, lo que suele ser bastante a menudo. Tiene una estrecha relación con su madre, Sarra, con quien comparte su amor por los mortales y la protección a los recién nacidos.
En muchos textos dicen que su relación con Vryllia es muy cercana, al punto de ser consortes; cierto o no, ambas deidades están muy unidas. Al haber compartido con ella las enseñanzas de Svrashaa, aprendieron caminos parejos, reflejando que la naturaleza y la civilización son complementarias, pese a que en ocasiones tengan fuertes desavenencias. Sirgga se siente orgulloso de sus hijos Dloose y Pamis, y aunque no siempre aprueba sus decisiones, deja que tomen su propio camino al igual que hace con los mortales.
Mantiene una peculiar mezcla de amistad y rivalidad con Amal, ya que el dios de la guerra representa la destrucción de los mortales y sus obras; aunque comprendió que el conflicto, no siempre bélico, es necesario para la evolución de las sociedades. Por ello Sirgga mostró a Amal otros caminos para satisfacer su ansia de enfrentamiento y lo fatal que podía ser una guerra sin fin, y le propuso una competición en varias pruebas para ver qué dios se imponía. Sirgga venció a su hermano entonces, pero esto no enojó a Amal, que aceptó la derrota y disfrutó de aquel juego que no basaba el triunfo únicamente en la fuerza.
Nombres en otras lenguas
- Eyneo y lénico: Átura (Visionario)
- Yag: Man'tyrel (El Escritor)
- Norteño: Lonurth (Padre del Más Allá)
- Merón: Cinu'uni (Inventor de Ingenios)