Diferencia entre revisiones de «Hermandad del Roble Dorado»
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El territorio bajo la protección de la familia Norve, al norte de la [[Costa de Aquende]], estaban sufriendo una invasión | El territorio bajo la protección de la familia Norve, al norte de la [[Costa de Aquende]], estaban sufriendo una invasión orca proveniente de las [[Hyan|Montañas de Hyan]]. Tres clanes (los Xhak, los Dorr y los Rho) se habían uno en uno solo para conquistar esas tierras y reclamarlas como de su propiedad. El clan resultante recibió el nombre de Madhurr, que en su lengua significa “filo sangriento”. Nadie se esperaba el ataque cuando todo sucedió. El clan Madhurr atacó la villa de [[Rosham]] de madrugada y, aunque muchos plebeyos perecieron esa noche, otros tantos pudieron escapar o refugiarse en el castillo Norf. Se cuenta que las casas ardían y la sangre salpicaba las calles. Los gritos de esa noche todavía se escuchan en las noches de invierno más oscuras. Tras esas horas negras, se produjo un asedio que duró varias semanas. Lejos de estar desorganizados, los orcos demostraron tener disciplina, fuerza bruta y hasta inteligencia. Los suministros no llegaban y las reservas se iban agotando, así como los ánimos iban cayendo deteriorando la moral de los soldados defensores. Cuando la Hermandad llegó para auxiliar a la Casa de Norf, el clan Madhurr se había acomodado a los pies del castillo, pero cuando escucharon el retumbar de los caballos de la Hermandad del Roble Dorado en el sur, hay quien dice que empezaron a huir presos del miedo. Finalmente, los orcos fueron expulsados de las tierras de la familia Norve y regresaron a los desfiladeros montañosos de los que habían salido. En recompensa por la ayuda prestada, el barón Alsaris obsequió a la Hermandad con el Torreón de Tarel. | ||
Desde entonces, los caballeros tuvieron un lugar en el que descansar, un lugar al que regresar, aunque nunca pasaban mucho tiempo en su sede. Las leyendas y gestas que se conocen sobre la Hermandad del Roble Dorado son numerosas y en algunos casos asombrosas e incluso milagrosas. Algunas todavía se recuerdan y otras han caído en el olvido. Pero si algo ha perdurado a través de los siglos es su lema: “Yo no caeré”, ejemplo de la enorme determinación y fuerza de voluntad que todos sus miembros han demostrado durante tanto tiempo. | Desde entonces, los caballeros tuvieron un lugar en el que descansar, un lugar al que regresar, aunque nunca pasaban mucho tiempo en su sede. Las leyendas y gestas que se conocen sobre la Hermandad del Roble Dorado son numerosas y en algunos casos asombrosas e incluso milagrosas. Algunas todavía se recuerdan y otras han caído en el olvido. Pero si algo ha perdurado a través de los siglos es su lema: “Yo no caeré”, ejemplo de la enorme determinación y fuerza de voluntad que todos sus miembros han demostrado durante tanto tiempo. |
Revisión actual del 12:14 3 jul 2021
Nombre: | Hermandad del Roble Dorado |
Otros nombres: | Caballeros del Roble, Caballeros Valdam, Capas verdes |
Lema: | Yo no caeré. |
Organización: | Orden de caballería |
Fundación: | 687 CE |
Fundador: | Reisel Valdam |
Maestre actual: | Brunhyld Valdam |
Sede: | Castillo Valdam |
Lealtad: | Casa de Valdam |
La Hermandad del Roble Dorado es una respetada orden de caballería fundada en el año 687 CE por Reisel Valdam, después de que casi toda su familia muriera en el Gran Maremoto en Nueva Angor. Esta hermandad de caballeros sirven a la Casa Valdam como hombres de armas, caballeros andantes al servicio de los necesitados y protectores de los duques Valdam. Su historia está llena de grandes gestas y heroicas hazañas, en las tierras aldorianas es una de las hermandades de caballeros más respetadas y queridas.
Historia
Fundación
Meses después del Gran Maremoto, el único heredero de la Casa Valdam, Reisel, se juró a sí mismo regresar a las ruinas de Nueva Angor con la intención de recuperar los cuerpos de sus familiares. Con la ayuda de sus leales y mejores caballeros ideó un plan para poder llegar a la casa de su familia. Aunque la Hermandad del Roble Dorado no se había fundado todavía, se considera que esta fue su primera gran gesta.
Cuenta la historia que la presencia de Ruballa en la ciudad era tan abrumadora que ni siquiera el agua se atrevía a emitir un solo sonido. Ante aquella visión, Reisel y sus caballeros se hicieron paso a través de un mar de cuerpos sin rostro, de muebles destrozados, de calles sin nombre. La naturaleza había consumido con su fuerza bruta la ciudad, destruyéndose a sí misma en el proceso. Cuando llegaron a la casa, dicen las malas lenguas que Reisel cayó sobre sus rodillas al ver los escombros que algún día habían sido su hogar también. Muchos fueron los días que pasaron retirando los restos del edificio hasta encontrar los cuerpos de Auriel y Lanara Valdam, los progenitores de Reisel; y los cuerpos de Galien y Melion Valdam, sus hermanos. Construyeron balsas de madera para poder trasladarlos a ellos, el sello ducal y las armas de su familia, aunque hay quien dice que el joven Reisel se llevó algo más de esas ruinas, una antigua reliquia familiar que podría cambiar el futuro de Aldor. Finalmente, enterró a su familia en El Encinar bajo la protección de los druidas del Corazón de Sarra jurando ante la tumba de su padre que recuperaría la gloria perdida de su Casa.
Tras esta funesta aventura, Reisel fundó la Hermandad del Roble Dorado en el año 687 CE, una compañía de caballeros formada por hombres valientes y leales a la familia Valdam y al reino. Su principal cometido siempre fue luchar contra las criaturas del Mal y devolver al reino de Aldor su antiguo esplendor, además de restaurar el prestigio de la familia.
Primeros años
Durante los años venideros, bajo el mandato de Reisel, la Hermandad viajó a través de las tierras aldorianas para recuperar esa gloria perdida y luchar por causas nobles y justas con la intención de ayudar a todas aquellas personas necesitadas de una mano amiga. De esta forma, la Hermandad intentó poner orden en el reino persiguiendo bandidos y defendiendo a los indefensos. Aunque el número de sus integrantes fue en aumento, se recuerdan como años duros. Nunca pasaban mucho tiempo en un mismo lugar, viajaban de forma errante por las tierras de Aldor hasta encontrar una voz de auxilio.
La vida nómada del Roble Dorado llegó a su fin en el 715 CE; la Hermandad del Roble Dorado recibió por orden del barón Alsaris Norve el Torreón de Tarel, convirtiéndose así en la sede de la Hermandad durante muchos años. Las crónicas históricas cuentan que la familia Norve tenía fuertes lazos de amistad con los Valdam que se remontan a sus orígenes en Eynea. Si bien este fue un gesto de buena voluntad, la Hermandad se ganó con méritos propios tener al fin un lugar en el que descansar.
La Batalla Rosham
El territorio bajo la protección de la familia Norve, al norte de la Costa de Aquende, estaban sufriendo una invasión orca proveniente de las Montañas de Hyan. Tres clanes (los Xhak, los Dorr y los Rho) se habían uno en uno solo para conquistar esas tierras y reclamarlas como de su propiedad. El clan resultante recibió el nombre de Madhurr, que en su lengua significa “filo sangriento”. Nadie se esperaba el ataque cuando todo sucedió. El clan Madhurr atacó la villa de Rosham de madrugada y, aunque muchos plebeyos perecieron esa noche, otros tantos pudieron escapar o refugiarse en el castillo Norf. Se cuenta que las casas ardían y la sangre salpicaba las calles. Los gritos de esa noche todavía se escuchan en las noches de invierno más oscuras. Tras esas horas negras, se produjo un asedio que duró varias semanas. Lejos de estar desorganizados, los orcos demostraron tener disciplina, fuerza bruta y hasta inteligencia. Los suministros no llegaban y las reservas se iban agotando, así como los ánimos iban cayendo deteriorando la moral de los soldados defensores. Cuando la Hermandad llegó para auxiliar a la Casa de Norf, el clan Madhurr se había acomodado a los pies del castillo, pero cuando escucharon el retumbar de los caballos de la Hermandad del Roble Dorado en el sur, hay quien dice que empezaron a huir presos del miedo. Finalmente, los orcos fueron expulsados de las tierras de la familia Norve y regresaron a los desfiladeros montañosos de los que habían salido. En recompensa por la ayuda prestada, el barón Alsaris obsequió a la Hermandad con el Torreón de Tarel.
Desde entonces, los caballeros tuvieron un lugar en el que descansar, un lugar al que regresar, aunque nunca pasaban mucho tiempo en su sede. Las leyendas y gestas que se conocen sobre la Hermandad del Roble Dorado son numerosas y en algunos casos asombrosas e incluso milagrosas. Algunas todavía se recuerdan y otras han caído en el olvido. Pero si algo ha perdurado a través de los siglos es su lema: “Yo no caeré”, ejemplo de la enorme determinación y fuerza de voluntad que todos sus miembros han demostrado durante tanto tiempo.
La Reconquista de Litiak
Un siglo después de estos acontecimientos, en el año 820 CE, la Hermandad del Roble Dorado ayudó al duque Irasel Litigatt en la reconquista del antiguo hogar de su familia, proclamando de nuevo el Ducado Meridional en Litiak. El duque contó con la ayuda, entre otros, de Taris de Valdam, comandante de la Hermandad por aquel entonces. Los caballeros arremetieron contra las fuerzas centrales de los gnolls, destruyendo a su paso el puesto de uno de sus líderes y dispersando esa sección el ejército enemigo. En reconocimiento por la ayuda recibida, Irasel juró a Taris que cuando la Casa Valdam necesitase ayuda para recuperar Bassara, su familia respondería a la llamada sin vacilar en lo que se llamó la Promesa Litigatt.
La Tragedia de los Valdam
Diez años más tarde, el Invierno Sin Fin cubrió las tierras aldorianas de nieve y tormentas de hielo. Poco se sabe de las actividades de la Hermandad del Roble Dorado durante este período histórico. Se rumorea que se replegaron al Torreón de Tarel sin olvidar jamás la promesa de Irasel Litigatt y sin perder de vista el principal objetivo de la Hermandad: regresar a su hogar y recuperar la gloria perdida.
Y así fue que a finales del largo invierno, el duque Sardor Valdam, nuevo comandante de la Hermandad, se apoderó de las ruinas del Castillo de Aknur en el año 900 CE. Durante cuatro años, los caballeros del Roble Dorado se estuvieron preparando para recuperar Bassara al fin. Sin embargo, cuando Sardor Valdam pidió ayuda al ducado de Litiak, este no respondió. Tantos Valdam habían esperado durante siglos para regresar al hogar de su familia que Sardor no pudo más, y con su ejército se adentró solo en la ciudad sin encontrar resistencia alguna. Haciendo oídos sordos a las viejas leyendas sobre la maldición de la ciudad y creyéndose victoriosos, la Hermandad decidió asentarse en Bassara. Pero, sin previo aviso, la noche se tiñó de rojo. Se cuenta que de las entrañas de la tierra aparecieron espectros vengativos de vidas pasadas y demonios sedientos de sangre que consumieron todo a su paso. Lo que se conoce como la Tragedia de los Valdam, fue una derrota aplastante, la Hermandad no tuvo la más mínima posibilidad de victoria. Muchos perdieron la vida esa noche, otros desertaron muertos de miedo. El horror que allí se vivió se pagó con gritos desgarradores, con ríos de sangre y cantos fúnebres cuando todo lo que quedó en Bassara fue silencio.
Muchas vidas se perdieron y muchas promesas se rompieron esa fatídica noche, pero la esperanza perduró, pues Sardor consiguió regresar al Castillo de Aknur malherido con la ayuda de diez caballeros leales y voluntad inquebrantable. Sardor creía que el futuro de su linaje estaba perdido, pues sus hijos Teldor y Darion también habían perecido en la batalla, pero recuperó la fe en los dioses cuando su mujer, Helga, le confesó que esperaba un hijo suyo. Así fue como, en su lecho de muerte, Sardor hizo jurar a sus compañeros y hermanos de armas que cuidarían y protegerían, hasta con su propia vida si era necesario, a su mujer y a su futuro heredero. Nueve meses después, nació Brunhyld Valdam, última descendiente de la Casa Valdam.
Actualidad
La Hermandad del Roble Dorado ha seguido sirviendo y protegiendo a la duquesa, quien ahora ocupa el rango de Comandante de la Hermanadad. Ha habido reclutamientos en algunas ocasiones, más que por aspiraciones bélicas, para poder seguir cumpliendo con su labor de protectores del reino y combatientes de élite contra el Mal.
Trasfondo escrito por Meiriel