Sarra
Títulos: | Madre Tierra, Protectora de la Vida, la Hermosa Madre |
Símbolo: | Un almendro en flor. Una raíz de roble (Palindro y Sirdarios). Flor de plata (Yag). |
Influencia en: | Allí donde haya vida, desde la selva más frondosa hasta los pequeños arbustos del desierto. |
Colores: | Verde y tonos pardos. |
Mes: | Mes de las flores. |
Sarra es la diosa de la tierra, protectora de toda clase de vida: plantas, animales o mortales. Cura a los enfermos y sana las heridas, pues considera sagrada toda vida y contempla con amor desde el más pequeño insecto al más ilustrado monarca. Al ser la diosa de la tierra es uno de los grandes dioses creados por Marish, y su llegada llenó de deseo a sus otros hijos que anhelaron estar junto a ella. Llena de energía y curiosidad, Sarra creó algo hermoso y lo llamó Mundo dando nacimiento a nuestro mundo. Eldor y Trako compitieron por sus atenciones, creando para ella nuevos paisajes con los que embellecer aquella nueva obra. La diosa de la vida vio la maldad en el corazón de Trako y se decantó por Eldor, que desde ese momento aquellos que nacieran en su vientre podrían convivir tanto en el cielo como en la tierra, pero jamás en el fuego.
Madre Tierra
Todas las cosas que existen en Mundo lo hacen por ella, pues Sarra es la propia tierra que lo sostiene todo. Alrededor de ella el resto de grandes dioses crearon valles, montañas, mares y volcanes, y ella pronto deseó que otras criaturas pudiera compartir aquella gran obra. De ese modo nacieron las plantas y los animales, y posteriormente lo harían los mortales y otras criaturas. Sin Sarra el mundo perdería su brillo y se marchitaría en la oscuridad, pues ella es el nexo que lo une todo.
Protectora de la Vida
Como diosa de la vida está en su mano sanar a los heridos, curar las enfermedades y alentar a los que sufren. Muchos sanadores encuentran en ella una consejera o una inspiración, pues Sarra protege a aquellos que dedican su vida a los demás. Su corazón se llena de dicha con el florecer de las plantas y el nacimiento de animales o mortales, y aunque estos últimos sean protegidos por su hijo Sirgga gustosa presta su manto para proteger a sus nuevos hijos e hijas. En los primeros tiempos, Sarra entregó el don de la curación al resto de los dioses para que pudieran curar a sus fieles sin importar nada más que su bienestar.
La Hermosa Madre
Por encima de todas las cosas, Sarra es una madre dedicada y considera toda vida hija de su vientre. Aunque comprende el Bien y el Mal, y suele apoyar las causas nobles, Sarra procura no intervenir en las cuitas de sus hijos y ama tanto a los que tienen corazón bondadoso como malvado, pues una madre ama a sus hijos sin condiciones. Para ella es un paso amargo cuando debe oponerse a las maquinaciones de sus hijos ensombrecidos por el Mal, pero también es severa cuando aplica castigo a los que la ofenden o dañan su obra.
Historia
Cuando Sarra creó el mundo primigenio, pronto fue moldeado por sus hermanos. La diosa estaba feliz de ver como todos ellos, incluido el distante Leit, participaban de aquella gran obra. Pero al poco tiempo, la rivalidad entre sus hermanos Eldor y Trako se convirtió en enemistad cuando decidió aceptar al dios del aire junto a ella. Sarra sabía que Trako tenía el corazón oscuro, pero jamás imaginó que su elección sería el detonante que llevaría a ambos hermanos a iniciar una guerra sin final. A pesar de la tristeza que sentía Sarra por la lucha de sus hermanos, ella decidió continuar sembrando vida hasta engendrar a su querida hija Vryllia. Luego, junto a Eldor, crearon a Sirgga, el cual daría a luz a las razas mortales y, de todas ellas, los lomb fueron dedicados a Sarra.
Ahora, Sarra se sentía dichosa y guió a los lomb como solo una madre podía hacerlo. De los gigantes de hielo nacieron otras razas menores, como los humanos y, de ellos, a su vez, los medianos. La diosa de la tierra contempló como sus hijos crecían, aprendían y se desarrollaban. Sintió decepción algunas veces, otras orgullo, otras pena y otras felicidad. El mundo avanzaba a través de las edades y Sarra siguió cuidando de todos sus hijos aunque algunos de ellos la dieran la espalda.
Después del cataclismo que supuso la Gran Guerra, Sarra sintió por primera vez genuino rechazo por Trako, pues los devotos del dios quemaron uno de los bosques más antiguos de Mundo y santuario de su hija Vryllia, Palindro. Pero en lugar de unirse abiertamente a la guerra contra su hermano, la diosa de la vida volvió a otorgar su don sobre las cenizas del bosque muerto provocando su renacimiento. Ese siempre ha sido el camino de Sarra, sembrar esperanza, pues la vida es capaz de abrirse camino incluso desde las cenizas más oscuras.
Relaciones con otros dioses
Aunque Sarra y Eldor colaboran a menudo por su cercano vínculo, a veces discuten ya que ella ve al dios del aire como una figura demasiado autoritaria y obsesionada con oponerse a Trako olvidándose de las cosas pequeñas y hermosas de la existencia. Siente un gran pesar por tener que oponerse a Trako, pero lo hace con firmeza y sin titubeos. A pesar de ello, mantiene la esperanza de que algún día su hermano recapacite, pues el fuego también es renovador, capaz de quemar un bosque y darle la opción de crecer de nuevo con mayor fortaleza que el anterior. Con el tiempo, Leit y Sarra han llegado a entenderse bien, ya que ambos suelen estar en medio de las disputas de Eldor y Trako. Sin embargo, Sarra no puede evitar ver a Leit como a un patriarca testarudo, tan ocupado en saber como funciona la creación que no es capaz de apreciar su belleza.
Ama con pasión a su hija Vryllia de quien está orgullosa, así como también de su hijo Sirgga, a quien procura recordar que enseñe a los mortales a respetar la belleza del mundo. Sarra actúa con el resto de dioses como lo hace con los mortales, apreciando sus gestas y valorando sus capacidades. Pero hay excepciones, pues rechaza profundamente la violencia de Amal y aborrece sin medida la muerte viviente y la enfermedad de Ruballa. Sarra comprende que la muerte forma parte de la vida, pero se horroriza ante la muerte viviente que pervierte el ciclo de la vida; Ruballa es, quizá, el único ser de la Creación que es capaz de provocar en Sarra genuina ira. La furia que puede sentir una madre hacia aquellos que dañan a sus hijos.
Clero y rituales
Sarra es ante todo una defensora de la vida, cada vez que algo muere, la diosa siente su pérdida. Es por ello que de todas las deidades Sarra es la que más sufre cada vez que los dioses o los mortales batallan. Pero a la vez, la Protectora de la Vida, sabe que el ciclo de la vida incluye la muerte; por ello acepta que toda creación suya en Mundo ha de perecer algún día, desde que Trako dio nombre a Ruballa este ha sido el compás de los tiempos. Entre los servidores de Sarra no hay grandes guerreros, sus siervos son sanadores y vigilantes y tienen las manos más a menudo sobre las herramientas que sobre las armas.
La principal función de los sacerdotes de Sarra es sanar a los enfermos y mantener el aliento de los heridos. Aunque luchará en caso de que la vida corra peligro, un clérigo de Sarra intentará no matar nunca a un oponente. Otra función de los sacerdotes de Sarra es la de exterminar a los no muertos, cada uno de ellos es una mancha en la límpida superficie de Mundo. Aunque los druidas sienten un estrecho vínculo con la propia naturaleza y sus espíritus, muchos de ellos veneran a Sarra en reconocimiento a su lugar en el mundo.
Los sacerdotes de Sarra suelen seguir una serie de preceptos entre los cuales se encuentran:
- La vida engendra vida, no combatas la muerte con muerte, sino con más vida.
- Todo lo que crece ha de perecer, la muerte es parte del ciclo, acéptala aunque solo a su debido tiempo.
- Cada vida es preciosa más allá de toda medida, trátala como tal.
Además de esto, cada seguidor de Sarra comprometido debe plantar un árbol o engendrar un hijo, al que cuidará y vigilará hasta el fin de sus días emulando el compromiso de la diosa.
Lugares sagrados
Sarra se encuentra en todas partes. Donde haya vida, ahí estará ella cuidándola, pero hay lugares con especial vinculación a la diosa:
- Valle de Sang-Lay: Este mítico valle oculto en la gran cordillera de Hyan se le considera como el lugar donde los lomb abrieron los ojos por primera vez. Hay otros que aseguran más, sino que se trata del primer lugar donde la vida nació. Sea cual sea la verdadera historia, los eruditos acuerdan que el valle de Sang-Lay es un vergel de vida consagrado a Sarra.
Sarra en Aldor
La diosa de la vida ha estado siempre presente en la historia aldoriana, especialmente por los Valdam, quienes han sido sus fieles seguidores desde su desembarco junto al rey Aldor. El culto de Sarra estaba firmemente asentado en las Valdaes, y de sus fuentes manaban milagrosas curas para los que buscaban el cobijo de la diosa. Mientras que Eldor era una deidad asociada a las élites, los sacerdotes de Sarra eran más cercanos al pueblo.
Tras la Gran Guerra la destrucción del centro del culto a Sarra en las Valdaes golpeó fieramente a sus seguidores. Aunque con gran presencia aun en las tierras aldorianas, sus templos fueron reduciéndose a pequeñas ermitas en favor del auge de su hija Vryllia, que la ha acabado como deidad predominante entre la mayoría de los plebeyos y campesinos. Los sacerdotes de Sarra en la actualidad no son extraños, pero suelen ser figuras errantes sin grandes templos conocidos.
Nombres en otras lenguas
- Eyneo y lénico: Sarhe (Aliento Vital)
- Sirdario, heredado de Palindro: Yimea (Madre)
- Yag: Lahar'el (Eterna Primavera)
- Contio y antiguo veoliano: Esthia (La que hace crecer)
- Halaii: Kheerdinira (La Ausente)
- Oóntur: Shelekuma (Primera Madre)