Ruballa
Títulos: | Dama Silenciosa, Señora de lo Efímero, Reina de la Noche |
Símbolo: | Un rostro, mitad una mujer bella y la otra mitad una calavera. |
Influencia en: | La muerte, la enfermedad, las plagas, los cementerios, los secretos. |
Colores: | Negro, morado y amarillos pálidos. |
Mes: | Mes de los difuntos. |
Ruballa, hija de Trako, es la diosa de la muerte, señora de los Páramos Desolados y destino final de toda alma de Mundo si ningún dios la reclama. Su macabra labor jamás termina, pues su poder es lo que separa la vida de la muerte. La Dama Silenciosa nació del rencor de su padre al contemplar los primeros seres vivos alumbrados por Vryllia, y durante mucho tiempo ese rencor fue la misma esencia de la diosa.
Ruballa gobernaba extensiones vacías, sin forma ni sentido; un reino abandonado en un abismo sin luz ni calor, con la única compañía de su odio por el maravilloso mundo que se le había negado. Sin embargo, todo cambió a medida que las primeras almas fueron uniéndose a ella; aquel vacío comenzó a cobrar forma y, con ello, Ruballa empezó a aprender de los difuntos todo aquello que habían experimentado durante su vida. La diosa de la muerte dejó atrás el rencor para abrazar una ecuánime sabiduría e insaciable sed de conocimientos. Con cada alma que poblaba su reino, su sabiduría se expandía, y se volvía cada vez más consciente de su papel en el orden de las cosas.
Dama Silenciosa
Ruballa personifica la muerte en todas sus manifestaciones y en todas las cosas, desde los más grandes héroes hasta los más diminutos tallos en flor. Desde su reino, anhela la llegada de nuevas almas, y para acelerar este proceso, engendró enfermedades y plagas. Sin embargo, a pesar de lo que muchos puedan creer, estas calamidades no han sido causadas por maldad, sino impulsadas por una insaciable curiosidad que nunca podrá satisfacer, ya que su esencia está hecha de la propia Nada.
En silencio, observa cómo las almas se presentan ante ella, compartiendo maravillas que jamás podrá experimentar. Atesora los secretos relatados con ahínco, utilizándolos para alterar su reino y recrear una sombría y lóbrega réplica del nuestro. Algunos sostienen que cuando llegue el fin de los tiempos y todas las almas lleguen a su reino, el mundo sombrío creado por Ruballa sustituirá al anterior.
Señora de lo Efímero
Los no muertos, otra de sus creaciones más temidas por los mortales, surgieron en los primeros tiempos después de que Ruballa fuera creada por Trako. La diosa de la muerte hace una distinción entre los no muertos con voluntad propia y los cadáveres reanimados mediante magia negra. La relación de Ruballa con los primeros es complicada: por un lado, son sus criaturas, ya que el primero de estos seres fue creado por voluntad de la diosa; por otro lado, al ser almas que no llegan a su reino, representa conocimiento perdido. No obstante, los tolera y en ocasiones actúa a través de estas terribles criaturas.
En cuanto a los cadáveres reanimados, Ruballa siente indiferencia; sus almas ya están junto a ella, y la carne que se pudre pertenece al mundo físico. Es importante destacar que, aunque los mortales la acusan de crear esta clase de no muertos, en realidad, son los propios mortales quienes, mediante el uso de la magia, alzan esta clase de monstruosidades.
Reina de la Noche
Aunque con el paso de las eras, Ruballa se ha distanciado de su padre, la oscuridad persiste en ella y en ocasiones actúa con perversidad para satisfacer su ansia por obtener almas. En el albor de los tiempos, muchos prefirieron el siniestro y tranquilo abrazo de la diosa de la muerte en lugar del autoritario e implacable gobierno del dios del fuego, ya que Ruballa, a pesar de su malicia, es justa en sus resoluciones. Se considera a sí misma la verdadera señora de la oscuridad, pues su padre, a pesar de toda su maldad, genera luz a través del fuego, mientras ella prospera entre tinieblas. Conocedora de todos los secretos que llegan a su reino, sus seguidores acuden a la diosa para descubrir verdades perdidas, que solo revela durante la noche con los rituales adecuados.
Historia
Ruballa comenzó luchando junto a su padre en los albores del tiempo, alzando cadáveres para combatir a su favor. Sin embargo, a medida que las almas se agolpaban en su reino y su conocimiento crecía, se fue distanciando de las guerras de su padre contra Eldor. A lo largo del tiempo, sus motivaciones cambiaron, pero siempre acudió a la llamada de Trako, y sus seguidores, si tuvieron que elegir bando, se situaron del lado del mal.
Con el paso de las edades de los mortales, Ruballa se ha vuelto sabia y poderosa. Pero fue en la hecatombe de la Gran Guerra cuando su poder alcanzó su punto máximo, al mismo tiempo que sufrió el golpe más devastador. Con el Advenimiento de la Niebla, las pocas conexiones que tenía con el mundo mortal a través de sus creaciones se perdieron y para ella fue como quedarse absolutamente ciega. Aunque las almas de los mortales seguían llegando a su reino y contándole sus secretos, era incapaz de intervenir en el mundo de los vivos.
A medida que la magia fue regresando con el paso de los siglos, muchos nuevos seguidores ahora veneran a la diosa como guardiana de los secretos. Los mortales buscan respuestas más que nunca y acuden a su figura para ello. Ruballa escucha a estos mortales satisfecha y responde, lo que ha llevado a la proliferación de pequeños cultos a la muerte y la noche desde entonces. En la actualidad, sus fieles se alinean tanto a un lado como al otro en la eterna lucha del bien contra el mal, lo que hace que la gente en general siga desconfiando de ellos.
Relaciones con otros dioses
Ruballa se lleva bien con su hermano Amal cuyas guerras y conflictos suelen traer un buen caudal de almas a su reino. Con Trako las relaciones son tensas, su padre le exige obediencia y Ruballa hace tiempo que se siente obligada, ya que incluso los servidores del fuego acabarán en sus dominios. La mayoría de los dioses han aceptado a Ruballa como una fuerza inevitable con la que han de convivir, pero mantiene un continuo enfrentamiento con las diosas de la vida como, Sarra y Vryllia, o el dios de la luz Eldor, por causa de sus creaciones antinaturales y la propagación de la enfermedad.
Debido a su insaciable necesidad de poseer secretos, y su infinita sapiencia gracias a ellos, recibe a menudo a Dloose, con quien mantiene una relación cordial. Lebrak no es del agrado de Ruballa, pues numerosos usuarios del vis han robado sus secretos sin su consentimiento y han creado criaturas no vivas. A pesar de lo que muchos creen, Ruballa suele aborrecer a los nigromantes alzadores de muertos, pues su fin último es la inmortalidad y eso implica que sus almas jamás llegarán a su reino. Además, la diosa considera que las obras de arte que inspira Lebrak para que los mortales sean recordados, son una forma de robarle parte de las almas que reclama. Le tiene especial aprecio a Jaqoh, pues es la única diosa que acude a su reino trayéndole noticias del mundo de los vivos sin exigirle nada a cambio.
Más allá de estas relaciones, Ruballa siente un profundo resentimiento hacia el resto de dioses cuando reclaman las almas de sus más fieles devotos. La diosa de la muerte lo considera una ofensa, pues son secretos y conocimientos que jamás poseerá.
Clero y rituales
El culto a Ruballa a menudo es complejo, incomprendido y, muchas veces, visto con hostilidad. La muerte es algo temido por los mortales, muchos sienten verdadero terror al creer que sus almas o cuerpos serán profanados al morir. La realidad es que a la diosa le resulta indiferente este asunto, siempre y cuando las almas de los difuntos acudan ante ella. Sus siervos son tan dispares como el rostro dual de la diosa, pueden ser virtuosos sacerdotes que se preocupan por el buen tránsito de los muertos y los protegen de las depredaciones de la magia negra, como viles acólitos que alzan servidores de ultratumba para cumplir la presunta voluntad de la diosa por cosechar almas. Sea como fuere, la diosa otorga sus bendiciones a tan opuestos puntos de vista, puesto que desde su perspectiva, ambos caminos acabarán en el mismo lugar: frente a ella.
Las Casas de los Muertos se fueron haciendo comunes en las ciudades humanas durante la Cuarta Edad, estos monasterios son hogar de las plañideras de Ruballa, hermandades formadas por mujeres que han sufrido una gran pérdida personal, normalmente viudas, que lloran y suplican a la diosa para que proteja a los muertos de ser alzados. Estos centros de culto están verdaderamente protegidos y los muertos ahí enterrados no pueden ser alzados como muertos vivientes.
Su dominio sobre la noche también favorece el surgimiento de cultos de brujas y brujos que agasajan a la diosa buscando sus conocimientos. Durante el mes que lleva su nombre, las noches son más oscuras y hacen más sencillo el contacto con las almas de los que se marcharon, pudiendo susurrar secretos a los vivos. Durante estas noches los vivos dejan velas encendidas y cierran puertas y ventanas para ahuyentar a los espíritus, que pueden tener intenciones perversas y suponer una amenaza. También es una época importante para los ya mencionados brujos y brujas, cuyos aquelarres se suceden esperando alcanzar poderes por encima de los demás, ya que solo mediante el conocimiento perdido que ofrece Ruballa se pueden obtener.
Aunque posee cultos terribles a su alrededor y acepta sacrificios de mortales, Ruballa no acepta el sacrificio de recién nacidos o niños demasiado jóvenes, pues su escasa vida no les ha permitido aprender lo suficiente como para poseer algo que la diosa de la muerte encuentre interesante. Para algunos esto es una muestra de que Ruballa no es tan perversa, para otros es la demostración que la diosa posee un diabólico pragmatismo.
Lugares sagrados
La muerte está en todas partes, pero hay lugares con especial vinculación a la diosa. Allí donde ella gobierna se conoce como los Páramos Desolados, un dominio alejado el mundo mortal al que solo las almas pueden llegar y quedando sujetas a la voluntad de Ruballa.
- Meseta de Numa: Esta meseta se encuentra en la siniestra tierra de Númedon, fue escenario de la poderosa maldición del nigromante Shaek Mazaadam, que convirtió a sus habitantes en los terroríficos numa.
- Portal de los Lamentos: Se describe este lugar en la isla Kral como un auténtico portal entre el mundo de los mortales y los Páramos Desolados, se dice que quienes cruzan su umbral mueren inmediatamente, convirtiéndose en moradores del reino de la diosa de la muerte.
Ruballa en Aldor
El culto a Ruballa nunca fue muy popular en Aldor por culpa de sus devotos más malignos. El reino de Aldor fue castigado por numerosos nigromantes como Mantrol Skull o el Señor de Uduk, Nüin Ha-Li.
Con la llegada de la Cuarta Edad y la ausencia de muertos vivientes durante cuatro siglos, el recuerdo de sus depravaciones se fueron convirtiendo en mitos. La apertura de las Casas de los Muertos facilitaron que la gente de las tierras aldorianas viera a la diosa de la muerte con menor recelo; aunque en la actualidad se la sigue mirando con temor, ya que cuando uno conoce a uno de sus devotos nunca sabe exactamente cuales son sus verdaderas intenciones.
Nombres en otras lenguas
- Eyneo y lénico: Tánates (Muerte)
- Yag: Neilias (La que trae el final)
- Norteño: Khon (Gélida)
- Númedon: Hieel (Reina de Sombras)
- Kral: Ekat (Emperatriz)
- Sirdaria: Thârgoz (Herrumbre)