Vryllia
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La Cornamenta de Ciervo | |
Simbología | |
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Otros nombres | La Gran Cazadora, La Señora del Bosque, La Señora de la Cosecha |
Representación | Una figura femenina, joven y atlética. A veces porta una cornamenta o diadema natural y un arco de caza. En ocasiones se la representa junto a una gran loba
Otros símbolos: loba devorando un ciervo, un colmillo ensangrentado, una red de pesca o la hoz y la espiga |
Simboliza | La vida |
Colores | Tonos presentes en la naturaleza: piedra, marrones y verdes que permitan el camuflaje. |
Armas | Arco corto, hacha de mano |
Árbol | Manzano |
Mes | Octubre, mes de la caza |
Influencia y valores | |
Defiende | La vida y el ciclo natural |
Combate | Lo antinatural, los no muertos, las aberraciones |
Alineamientos permitidos | Los alineamientos de los fieles de Vryllia son:
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Bendice a | Campesinos, cazadores, jardineros, exploradores, druidas |
Culto | |
Lugares sagrados | Entornos rurales y naturales, campos de cultivos, bosques, especialmente Palindro |
Iglesia | Cultos druídicos. No tiene una iglesia jerarquizada, pero varía según la región |
Fieles | |
Festividad | Fiesta de la caza o de Vryllia, al llegar el día de Otoño; ritos y festividades de la cosecha |
Dogma | |
"Todo tiene su momento bajo la mirada de la diosa. Tiempo de nacer y tiempo de morir. Tiempo de cazar y tiempo de dejar crecer. Tiempo de cortar los frutos, y tiempo de plantar la semilla. Aborrece aquello que se niega a morir, lo que se pudre sin caer, pues altera el equilibrio. Lucha contra lo antinatural, no hay sentido en la eternidad vacía, ni piedad para lo que desafía el ciclo. Nada permanece, todo se transforma. Así gira la rueda de la vida, y la cazadora vela su curso" |
Según el Mito de la Creación, Vryllia es hija de Sarra y la primera de los dioses menores. Nació cuando la tierra fértil comenzó a dar frutos y la vida brotó por primera vez, y por ello es la diosa de todos los seres vivos que habitan en la naturaleza, señora de la flora y la fauna, y guardiana del ciclo que rige sobre todos los seres nacidos sobre la faz de Mundo.
Cuentan las antiguas historias que, tras contemplar la belleza de la creación, Sarra —la madre tierra— sintió que la obra de los grandes dioses estaba incompleta; así insufló existencia a Vryllia, una nueva fuerza, ligera y cambiante, esencia de todo lo que crece y respira. Según la leyenda, su primer despertar fue bajo la sombra de un palindro ancestral, donde vio nacer a una gran loba a la que llamó Gon'diren. A lomos de la loba recorrió bosques, valles y montañas, alcanzó los desiertos más áridos y viajó a la profundidad de los océanos sembrando vida allí por donde pasaba. Desde entonces, vela por el equilibrio natural entre el nacimiento y la muerte de todo aquello que vive y habita Mundo.
Ámbitos de influencia
Vryllia es una diosa que tiende al equilibrio. Es una deidad antigua, cuyo culto ha tomado múltiples formas a lo largo del tiempo, al igual que sus nombres y representaciones. Sin embargo, todas las caras de la diosa coinciden en presentarla como encarnación de la vida, defendiéndola mientras dure y permitiendo su fin cuando llega, siempre opuesta a las fuerzas oscuras que alteran el flujo vital. Por ello, sus fieles suelen inclinarse hacia el cuidado y el respeto por la vida en su forma más simple y esencial.
La Gran Cazadora
Vryllia comprende mejor que ningún otro dios la necesidad de que toda vida tenga un final. Poco después de su nacimiento, Trako trajo la muerte al mundo al engendrar a Ruballa, y aunque Vryllia aborreció en un principio la existencia de la diosa de la muerte, fue la primera en aceptar su papel. Para que una vida comience, otra debe terminar. El lobo caza al venado para alimentarse y el venado, a su vez, se alimenta de la hierba.
Por ello, Vryllia es tanto una diosa generosa como una cazadora implacable. Se le hacen ofrendas antes de la caza o de la cosecha. Sus fieles no matan por crueldad ni por codicia, sino que toman solo lo necesario y lo hacen sin vacilar cuando la necesidad lo justifica y el equilibrio lo permite.
Del mismo modo, da caza sin tregua a los no muertos, las aberraciones y cualquier forma de existencia que desafíe el fin natural de la vida. Si una vez Vryllia fue capaz de aceptar la muerte como parte del ciclo, no permitirá que la muerte se convierta en una burla de sí misma y alzará su arco sin compasión contra todo lo que corrompa el orden de la vida.
La Señora del Bosque
La presencia de Vryllia se percibe en todo lugar en el que haya animales o plantas, pero los bosques se consideran su reino favorito. Según las viejas historias, la diosa nació en el corazón del bosque de Palindro, el primer bosque, un regalo que Sarra quiso hacer a su primogénita. Vryllia, sin embargo, decidió entregárselo a su loba Gon'diren para que lo habitara, y desde entonces el bosque quedó consagrado a ambas.
Los bosques, donde flora y fauna conviven en equilibrio, son los altares naturales de la diosa. Druidas, exploradores y otros guardianes del mundo salvaje la veneran allí en su forma más pura y primitiva, consagrando claros, fuentes y árboles centenarios a su nombre. Vryllia no condena el uso de los recursos que la naturaleza ofrece, entiende que los mortales los necesitan, pero exige respeto por los ciclos. Sus adoradores protegen los dominios de la diosa con firmeza, incluso con violencia si es necesario, pues consideran sagrado todo aquello que nace, crece y muere sin intervención forzada.
La Señora de la Cosecha
Aunque en los cultos más antiguos se la asocia sobre todo a la vida salvaje, Vryllia también vela por los ciclos agrícolas. Cuando su hermano Sirgga creó a los mortales, ella quedó fascinada. Deseó otorgar el mismo don a sus propias criaturas, y Sirgga accedió, a cambio de que Vryllia enseñara a los mortales los secretos del ciclo vital.
Así, la diosa enseñó a los mortales a cultivar alimentos, a leer el paso de las estaciones y los rritmos que rigen la siempre y la cosecha. A cambio, pudo crear las razas menores o razas-bestia, criaturas similares a las creadas por su hermano, pero con rasgos animales, como minotauros, orcos, reptilianos y otras muchas razas que se integraron en el equilibrio natural, especialmente en los márgenes de la civilización.
El culto a Vryllia
La diosa de la naturaleza siempre ha estado presente, aunque nadie puede asegurar que haya intervenido en ninguno de los acontecimientos que los mortales consideran relevantes. Jamás se han reclamado imperios en su nombre ni ha intervino en batallas. Su influencia se manifiesta de forma más sutil, en los brotes que aparecen tras el incendio, en la lenta recuperación de los campos tras la guerra, en la renovación que sigue a cada ciclo de pérdida. Esa forma de estar sin imponerse hizo que los mortales comenzaran a dirigirle oraciones, especialmente en épocas difíciles, cuando otros dioses parecían lejanos o crueles.
Se cree que el culto a Vryllia es uno de los más antiguos de Mundo, surgido con la misma naturalidad que la vida a la que representa. Desde tiempos remotos, los pueblos más primitivos tallaron su imagen en piedra y madera, y hoy pueden encontrarse símbolos asociados a la diosa incluso en ruinas de civilizaciones ya olvidadas.
Aunque su culto ha adoptado muchas formas a lo largo del tiempo, todas ellas parecen compartir una misma raíz asociada al ciclo vital.
Vryllia en Aldor
El culto de Vryllia siempre fue minoritario en Aldor, pero su presencia comenzó a ser más relevante tras el final de la Gran Guerra. Muchos de los lugares de culto a Sarra desaparecieron durante el conflicto, tanto aquellos que se encontraban en las ciudades como los fundados en espacios naturales, y la fe en la diosa de la vida fue creciendo hasta ocupar prácticamente todo el espacio dejado por el culto a la madre.
Vryllia, ajena a las guerras y al poder, ofrecía otra forma de consuelo tras la tragedia, acompañando el lento renacer de la vida tras la pérdida. Sus ritos, sencillos y cercanos, encontraron eco en las zonas rurales de las tierras aldorianas. Campesinos, cazadores, comadronas, herboristas, guardianes de los caminos, colonos y supervivientes que volvieron a empezar desde cero encontraron en su culto una forma de reencontrarse con lo esencial.
Durante la Cuarta Edad, su figura ha crecido con fuerza y, en la actualidad, Vryllia es una de las deidades más adoradas en las tierras aldorianas, contando con un templo o altar dedicado a ella en cada pequeño pueblo.
Su culto también perdura en formas más antiguas como círculos druídicos y santuarios naturales que renacen allí donde los bosques y los campos comienzan a sanar tras la destrucción. En muchos de estos lugares aún se honra también a Sarra como fuerza primordial que sostiene la vida. Para quienes siguen esta senda, si Sarra es la tierra eterna, Vryllia es la vida que brota a cada instante.
Lugares sagrados
Cualquier lugar donde la vida se manifieste en plenitud, allí habrá un lugar apropiado para entrar en comunión con Vryllia. Generalmente, estos lugares suelen ser bosques, existiendo enclaves especialmente venerados por su historia y simbolismo como el bosque de Palindro.
Este bosque se considera el lugar donde nació la diosa y donde encontró a su loba Gon'diren. Aunque se dice que fue arrasado a finales de la Tercera Edad, el antiguo bosque renació poco a poco, y hoy continúa siendo el lugar de culto a Vryllia más importante.
Clero y rituales
Vryllia no cuenta con una iglesia jerarquizada como tal, aunque esto puede variar de una región a otra y entre diferentes enfoques del culto a la diosa.
En unos lugares se la venera a través de pequeños cultos rurales que celebran cacerías rituales en su honor, mientras que en otros existen comunidades más organizadas, centradas en la bendición de los cultivos o la protección del equilibrio entre la civilización y la naturaleza.
También existen organizaciones más formales, con templos dedicados a Vryllia, especialmente en las regiones donde su culto se ha institucionalizado, como en el condado de Erión.
Es frecuente encontrar sacerdotes y druidas errantes consagrados a Vryllia, que recorren aldeas y comarcas llevando consigo los dones de la diosa. Muchos de ellos actúan como guardianes del ciclo natural, combatiendo sin piedad a no muertos y aberraciones que lo amenazan.
Aunque todos los animales son sagrados para la diosa, lobos y ciervos ocupan un lugar destacado en su imaginario. Por eso, es habitual encontrar imágenes o símbolos relativos a estos animales en templos y ritos. Imitar el aullido del lobo es, en algunas culturas y rituales, una forma solemne de venerarla, considerándolo una forma de conectar el mundo salvaje y el humano.
Mitos y leyendas
Los mitos y leyendas sobre Vryllia hablan de una diosa antigua, la primera de los dioses menores, curiosa, libre y algo rebelde, que extendió su presencia por todos los rincones, dotándolos de una belleza desconocida hasta el momento.
Un antiguo mito cuenta que Vryllia, ajena a los conflictos que empezaban a gestarse entre los grandes dioses, prefería volcarse en su obra y tratar de llegar extendiéndola cada vez a lugares más remotos y extraños. Fue así como un buen día se encontró en la guarida de Svrashaa, el primer dragón, creado por Marish cuando contempló la belleza que los dioses habían traído al mundo y también quiso crear un ser que lo habitara. La joven diosa sintió curiosidad por la nueva criatura, y comenzó a hacer visitas a la gran sierpe, que también se mostraba curiosa con Vryllia y amaba profundamente su obra. El dragón le enseñó templanza y comprensión, calmando el ímpetu juvenil de la diosa, pero también el don de crear consciencia, pues él era vástago directo del Gran Padre. Y aunque lo tuvo en su mano, por respeto a su maestro, Vryllia jamás creó criaturas más poderosas y grandes que los dragones, para que la estirpe de Svrashaa estuviera por encima de cualquier bestia nacida de su voluntad. De esta enseñanza nacieron, más tarde, las llamadas razas menores, inspiradas en los animales y las plantas que tanto amaba.
La historia sobre la creación de las razas menores, aparece también en los mitos que la unen a Sirgga. Estos coinciden en que ambos fueron discípulos del dragón Svrashaa, y aprendieron de él los secretos de la creación de los mortales. Aunque sus caminos divergen —él guía la civilización, ella protege la naturaleza—, muchos relatos los muestran como hermanos, aliados, e incluso como amantes y consortes en ciertas tradiciones. Entre las leyendas comunes destacan la leyenda sobre cómo Vrylllia enseña a los hijos de Sirgga a cultivar la tierra, y una leyenda contada entre los veolianos que afirma que, cuando los hombres domesticaron el primer caballo, fue también gracias a un acuerdo entre ambos dioses. Vryllia permitió a Sirgga acercarse a las criaturas salvajes, y él prometió que los jinetes las cuidarían como compañeras, no como esclavas. Aunque sus fieles no siempre se entiendan, ambos dioses son el ejemplo del equilibrio posible entre naturaleza y civilización.
Siente aprecio por Eldor,
La diosa de la naturaleza siempre ha estado presente en la historia del mundo, pero, debido a que rara vez intervenía en las guerras de los grandes dioses, nadie puede asegurar que haya participado en ningún acontecimiento relevante entre los mortales. Vryllia ha preferido siempre cuidar de su creación y evitar las guerras que traen consigo la destrucción. Esta naturaleza ajena al conflicto fue quizá la causa por la que comenzó a ganar adoradores entre los mortales.
Su faceta como diosa de la fertilidad y la cosecha se reforzó en tiempos de hambrunas y penurias, y durante la Cuarta Edad es una de las diosas más adoradas, incluso, por delante de su madre Sarra, pero no es extraño que sus devotos también dirijan oraciones a la diosa de la tierra.
La diosa de la naturaleza está muy unida a su madre Sarra, ambas diosas a menudo son vistas como facetas de una misma deidad o adoradas a la par. Vryllia no se molesta por esto, pues comprende que toda la fauna y flora que ella protege no existiría sin su madre. Siente aprecio por Eldor, pues su luz fortalece a las plantas, aunque rechaza su conflicto con Trako, pues cree que sus guerras solo traen destrucción que acaba pagando la naturaleza. A pesar de ello, lo prefiere al dios del fuego, que consume inmisericorde todo cuanto toca. Tiene una relación extraña con Ruballa, pues si bien acepta que la muerte forma parte del ciclo vital, el apoyo de la diosa a los muertos vivientes desagrada profundamente a Vryllia, que se opone activamente a ellos, ya que ve este acto como un insulto a su creación. En consecuencia, por este mismo motivo a veces tiene enfrentamientos con Lebrak, pues las enseñanzas que transmitió a los mortales les permite crear muertos vivientes.
Nombres en otras lenguas
- Eyneo y lényco: Ménis (La Salvaje)
- Yag: Al'unvei (Aullido del Bosque)
- Norteño: Ginlei (Ama del Bosque)
- Contio: Narulia (Protectora de Pescadores)
- Oóntur: Kindonia (Cazadora Natural)