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Halayad es el gran desierto cálido del continente oriental. Aunque la imagen de un mar interminable de dunas domina su horizonte, la geografía del territorio es variada y cambiante, con abruptas sierras de arenisca y oasis dispersos. | |||
Al norte, Halayad limita con el espeso bosque de Yagerth, territorio de los [[yag|elfos]], y con las verdes praderas de Veolia. Al este, el desierto se transforma en dunas costeras al aproximarse al [[mar de Cirren]] y se difumina en los pantanos de [[Zitrea]], donde se convierte en traicioneros terrenos de arenas movedizas. Al sur, la frondosa selva de [[Búkar]] abastece a los halaii de productos exóticos y esclavos para sus rutas comerciales. Los mares de Eynea y Zant se unen recorriendo toda la costa oeste, espacio de contacto con las rutas comerciales contias y los mercados de Al'Boutahar. | |||
La vida gira en torno a los oasis y algunas zonas montañosas donde el agua y la sombra alivian la dura existencia de los habitantes del desierto. Durante la corta temporada de lluvias, los barrancos se transforman en torrentes y en los vergeles resguardados por las montañas florecen diferentes tipos de palmeras, sicomoros e higueras, entre otras plantas capaces de soportar largos períodos de sequía. Estas mismas zonas sirven a los halaii en sus rutas de trashumancia, en las que acompañan a rebaños de camellos y cabras. | |||
En Halayad, ni los mapas ni las fronteras duran demasiado, por lo que adentrarse en la arena sin un guía que conozca el terreno es poco menos que una sentencia de muerte, pues solo sobreviven aquellos que saben leer los signos del desierto. | |||
==Ciudades y gobierno== | ==Ciudades y gobierno== |
Revisión del 19:20 11 may 2025
Halayad es una gran franja de desiertos cálidos, oasis dispersos y sierras abruptas, situada en la parte central del continente oriental.
Aunque la imagen de un mar interminable de dunas domina su horizonte, las lluvias estacionales transforman algunos barrancos en ríos fugaces, y las montañas resguardan vergeles donde crecen higueras, palmeras y sicomoros.
Este territorio, salvaje y cambiante, es hogar de los halaii, un pueblo altivo y belicoso que no ha formado nunca una nación unificada, sino que vive en clanes y tribus nómadas que se disputan las rutas y los recursos del desierto. Su conocimiento de las sendas ocultas de las arenas y su dominio de la supervivencia en tierras hostiles los han convertido en guías, mercaderes y, cuando conviene, temibles saqueadores.
Las caravanas surcan Halayad llevando especias, dátiles, miel y gemas preciosas, pero también esclavos y casi cualquier bien que pueda proporcionar beneficios a sus habitantes, únicos humanos capaces de sobrevivir en un entorno tan traicionero. No existen mapas de estas tierras, solo sendas cambiantes que se transmiten de generación en generación, y el recuerdo constante de que perderse bajo el sol significa encontrar la muerte.
Capital: Ad'dji.
Historia
Lo que se conoce de los halaii proviene sobre todo de las crónicas de sus vecinos: veolianos, bukari y, en menor medida, los yag, que durante siglos han sufrido las incursiones errantes de sus clanes. La historia de Halayad es, en gran medida, la historia de tribus que surgen y desaparecen como espejismos bajo el sol.
Origen
Nadie sabe con certeza cuándo comenzaron los halaii a recorrer las arenas de Halayad. Algunos eruditos consideran que podrían ser descendientes de pueblos veolianos que, en tiempos remotos de la Segunda Edad, se dirigieron hacia el sur en busca de nuevas tierras. Sin embargo, ni halaii ni veolianos aceptarían jamás tal parentesco, y las profundas diferencias entre sus lenguas hacen pensar que, si alguna vez compartieron un origen, hace ya mucho que la sangre los separó.
Tercera Edad
Desde tiempos inmemoriales, halaii y veolianos han mantenido una guerra interminable, especialmente en los territorios de frontera. Durante la Tercera Edad, bajo el liderazgo de Asthfalor "el Nigromante", las tribus de Halayad se adentraron en Veolia siendo brutalmente repelidas por la Triple Alianza entre Aldor, Yagerth y los propios veolianos.
La naturaleza pragmática de los habitantes del desierto, hizo que durante la Gran Guerra combatieran en ambos bandos, tanto entre los ejércitos de la luz como bajo las enseñas de los Señores Oscuros. Algunos dicen que su lealtad cambiaba como el viento sobre las dunas, y otros que simplemente buscaban la supervivencia de sus clanes en un mundo al que no debían lealtad alguna. Lo cierto es que, fieles a su instinto, los halaii supieron moverse entre arenas cambiantes como siempre lo han hecho, hallando en cada giro del destino una ocasión para sobrevivir y prosperar.
Cuarta Edad
A lo largo de las Edades, surgieron entre los halaii caudillos conocidos como Señores de las Dunas, jefes tribales capaces de unir fugazmente varios clanes antes de que las viejas disputas terminaran por disolver sus alianzas. Salahm Al'Kadi fue uno de los más celebres. A finales del Siglo III de la Cuarta Edad, logró reunir a decenas de tribus y lanzó una ofensiva que quebró la dominación leakhán sobre el sur de Veolia. De su conquista nació el emirato de Rubhalkadi, una entidad política que llevó las costumbres de Halayad más allá de las dunas.
Actualidad
Hoy en día, los halaii siguen aferrados a sus tradiciones, desconfiando del mundo exterior pero sacando provecho de él. Alrededor de ellos, las tierras del Emirato de Rubhalkadi han visto surgir ciudades y nuevas rutas de comercio. En las tiendas entre las dunas y en los palacios de arena y mármol, la memoria de siglos de supervivencia sigue marcando el pulso de Halayad, un país donde el viento cambia el paisaje como cambian los hombres y sus destinos.
Territorio
Halayad es el gran desierto cálido del continente oriental. Aunque la imagen de un mar interminable de dunas domina su horizonte, la geografía del territorio es variada y cambiante, con abruptas sierras de arenisca y oasis dispersos.
Al norte, Halayad limita con el espeso bosque de Yagerth, territorio de los elfos, y con las verdes praderas de Veolia. Al este, el desierto se transforma en dunas costeras al aproximarse al mar de Cirren y se difumina en los pantanos de Zitrea, donde se convierte en traicioneros terrenos de arenas movedizas. Al sur, la frondosa selva de Búkar abastece a los halaii de productos exóticos y esclavos para sus rutas comerciales. Los mares de Eynea y Zant se unen recorriendo toda la costa oeste, espacio de contacto con las rutas comerciales contias y los mercados de Al'Boutahar.
La vida gira en torno a los oasis y algunas zonas montañosas donde el agua y la sombra alivian la dura existencia de los habitantes del desierto. Durante la corta temporada de lluvias, los barrancos se transforman en torrentes y en los vergeles resguardados por las montañas florecen diferentes tipos de palmeras, sicomoros e higueras, entre otras plantas capaces de soportar largos períodos de sequía. Estas mismas zonas sirven a los halaii en sus rutas de trashumancia, en las que acompañan a rebaños de camellos y cabras.
En Halayad, ni los mapas ni las fronteras duran demasiado, por lo que adentrarse en la arena sin un guía que conozca el terreno es poco menos que una sentencia de muerte, pues solo sobreviven aquellos que saben leer los signos del desierto.
Ciudades y gobierno
La mítica ciudad de Ad’dji, capital espiritual y comercial de Halayad, carece de registros fiables sobre su fundación. Algunos la sitúan en el corazón de un oasis oculto, otros creen que se trata de un conjunto de campamentos móviles que cambian de emplazamiento siguiendo las rutas secretas de las caravanas. Para los halaii, Ad’dji no es tanto un lugar físico como un símbolo de unidad y resiliencia en medio del desierto.
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